- Frontera con Venezuela es un colador
- Riesgo sanitario se impone a política
La emergencia sanitaria global creada por la pandemia del Covid-19, que ayer sumaba más de 170 mil contagios y alrededor de 6.500 personas fallecidas, requiere de medidas audaces y urgentes de todos los gobiernos para contener la expansión y disminuir lo más posible los índices de morbilidad y mortalidad. Obviamente Colombia no puede ser la excepción. De hecho, el gobierno Duque decidió, tomando como ejemplo lo que ha pasado en China y Corea del Sur, aplicar en los últimos días protocolos que en Europa se terminaron adoptando tardíamente y ello sería la causa de situaciones críticas como las de Italia y España.
Dentro de los mayores factores de riesgo que tiene el país ante la llegada del coronavirus, que ayer estaba cerca a los 60 casos confirmados, uno de los más difíciles de neutralizar es el de la frontera con Venezuela, cuyo sistema de salud atraviesa desde hace varios años un estado crítico, producto del agudo desabastecimiento de medicinas, la quiebra de la red hospitalaria pública y privada, la disminución drástica de las campañas de vacunación y salud pública básica así como el éxodo de miles de médicos, enfermeras y especialistas debido a la pauperización nacional.
Si bien es cierto que el fin de semana el presidente Iván Duque ordenó el cierre de los pasos fronterizos de Colombia y Venezuela como fórmula para evitar el ingreso de personas contagiadas con el coronavirus, esta medida tiene un efecto menor dado que la línea limítrofe mide más de 2.200 kilómetros y tiene infinidad de trochas y pasos ilegales por donde a diario transitan decenas de miles en busca de alimentos, víveres de primera necesidad, atención médica o con la intención de instalarse en nuestro país o utilizarlo como tránsito hacia Perú, Ecuador, Brasil y otras naciones latinoamericanas o centroamericanas.
Como se sabe las relaciones políticas, comerciales y diplomáticas entre los gobiernos de Colombia y Venezuela están rotas desde hace varios años debido a que nuestro país recrimina de manera abierta el régimen dictatorial de Nicolás Maduro, que ha sumido a la vecina nación en una crisis generalizada, a tal punto que no menos de cinco millones de sus connacionales se han visto forzados a huir en el último quinquenio. De hecho, el gobierno Duque lidera iniciativas como las del Grupo de Lima para aislar a la satrapía chavista y forzar el retorno a la democracia. Incluso Bogotá reconoce como mandatario legítimo venezolano a Juan Guaidó y no tiene ningún tipo de contacto con el mandato que está instalado en Miraflores.
Sin embargo en medio de la emergencia sanitaria global derivada de la expansión del Covid-19 se impone que haya un mínimo canal de comunicación entre el gobierno Duque y el régimen de Maduro. Aunque éste último reportaba -hasta ayer al mediodía- solo 17 casos de virus confirmados, la credibilidad en dicha información es ínfima, como ocurre con todos los datos que provienen de la dictadura. Así las cosas, por más diferencias políticas y diplomáticas que tengan ambos gobiernos, es urgente que haya una básica coordinación entre las autoridades sanitarias de lado y lado, bajo la lógica sencilla de que es imposible controlar el tráfico de personas en la frontera si no se acuerdan los procedimientos de operatividad de la Fuerza Pública, mecanismos sanitarios y filtros migratorios para ser aplicados por las autoridades respectivas.
Mientras que el régimen chavista sostiene que ha insistido en la última semana en establecer algún tipo de comunicación con las autoridades colombianas para concretar dicha coordinación en materia sanitaria en la frontera, el gobierno Duque replica que “los canales directos en esto poco o nada sirven, por la misma situación que tiene el sistema de salud de allá”. El propio Presidente colombiano reiteró que no hay ninguna confiabilidad en las autoridades del gobierno dictatorial, por lo que consideró que dicha coordinación solo es viable a través de las directrices que fija la Organización Panamericana de la Salud (OPS), uno de los pocos organismos internacionales que aún tiene presencia en Venezuela.
¿Es suficiente la OPS para lograr una acción conjunta y eficaz que ayude a frenar la expansión del coronavirus en una frontera muy porosa y en la que, además, del lado venezolano, es controlada en muchos sectores por la guerrilla del Eln y bandas criminales? ¿No sería más práctico, dada la gravedad de la emergencia sanitaria, establecer un canal de comunicación directo con el régimen Maduro, a sabiendas que ello no implica en modo alguno otorgarle legitimidad política y diplomática a la satrapía? Dos preguntas que el gobierno Duque y los colombianos deben resolver urgentemente.