Contrabando de ganado | El Nuevo Siglo
Domingo, 28 de Febrero de 2016
*Un flagelo criminal billonario 
*¿En Venezuela no ven las reses?
 
El foco mediático sobre los flagelos criminales que más afectan al país suele fijarse casi siempre en temas como el narcotráfico, la minería ilegal o los grupos armados ilegales… Sin embargo, si algo han demostrado los escándalos y pesquisas judiciales de los últimos años es que existen en otros sectores actividades delictivas tanto o más peligrosas y lucrativas que las ya mencionadas y que llevan años actuando en la sombra y en no pocas ocasiones lejos del alcance de las autoridades. Prueba de ello es que prácticamente no hay mes en el que no se hable del descubrimiento de ‘carteles’ que se especializan en determinado ilícito, con complejas estructuras y niveles y moviendo multimillonarias cifras. 
 
Uno de esos flagelos que no está todos los días en el foco de la atención pública es, precisamente, el del contrabando de ganado, cuyas dimensiones son dramáticas. El diagnóstico de la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan) es alarmante, ya que habla de entre 300 y 400 mil animales que son introducidos al país al año de forma ilegal, en su gran mayoría por la frontera con Venezuela. Para evidenciar la gravedad de esta situación baste con decir que en una ciudad del tamaño de Cúcuta, en plantas como la de Friogan se sacrifican a diario entre 30 y 40 animales, pero la demanda en la capital santandereana es de 450 reses diarias. Se puede hablar aquí, de acuerdo con los cálculos gremiales y sólo para el caso de este departamento, de un negocio ilícito que bien puede estar moviendo 300 mil millones de pesos al año. 
 
La cuestión va más allá porque las pesquisas de las autoridades, especialmente de Policía Fiscal y Aduanera, han puesto al descubierto que alrededor de esas operaciones de contrabando de ganado han empezado a fortalecerse complejas y peligrosas redes de lavadores de activos, incluso en asociación con la guerrilla y las llamadas bandas criminales emergentes, más conocidas como las Bacrim. Se habla incluso de cifras superiores a los dos billones de pesos.
 
No deja de llamar la atención que a diario los contrabandistas de ganado puedan pasar semejante cantidad de reses si, se supone, que la frontera está cerrada por las autoridades venezolanas desde agosto pasado y el gobierno Maduro a cada tanto reitera que grandes contingentes de la Guardia Nacional y las Fuerzas Militares de ese país han tomado posición en todas las trochas que desde hace décadas son utilizadas por quienes traen o llevan de manera ilegal alimentos, combustibles y mercancías de todo tipo de un país a otro. Algo similar a lo del contrabando del ganado sucede con la gasolina venezolana, cuyos flujos hacia nuestra nación no han disminuido sustancialmente desde el intempestivo cierre de los principales pasos fronterizos por parte de Caracas.
 
Más grave aún resulta para Colombia que ese contrabando de reses vivas desde Venezuela pone en peligro la certificación como país libre de aftosa que tantos años, esfuerzos e inversiones públicas y privadas le costó a nuestro país conseguir en 2009 y mantener desde entonces. El riesgo sanitario es muy alto, no sólo para la región fronteriza, sino incluso para otras regiones de nuestro país. No hay que olvidar, por ejemplo, que las autoridades han detectado ganado venezolano listo para ser sacrificado incluso en la capital del país.
 
Con base en la nueva ley, es necesario, por tanto, redoblar esfuerzos en la lucha contra el contrabando de reses, sobre venezolanas, ya que si bien hay algunos casos detectados de cabezas de ganado brasileño en Leticia, se trata todavía de un fenómeno aislado. En cuanto a Perú ese fenómeno no se presenta, en tanto que en la frontera con Ecuador la diferencia cambiaria entre el peso colombiano y una economía dolarizada lo que favorece es la exportación de vacunos hacia ese país.
 
No en pocas ocasiones se ha advertido desde estas páginas que Colombia parece resignada al cierre fronterizo ordenado por Caracas hace más de seis meses, ya que todas las medidas de orden bilateral, multilateral e incluso jurídicas no han forzado la reapertura, salvo casos tan insólitos como el del sábado pasado, cuando se abrió el paso vehicular por espacio de unas pocas horas. El fenómeno del contrabando de ganado lo que evidencia es que no solo se debe trabajar en la normalización del intercambio legal en la zona limítrofe, sino en exigir de las autoridades del vecino país una respuesta a cómo es posible que si tienen militarizada la frontera las redes criminales pasen tal cantidad de reses vivas a diario sin que nadie allá se dé cuenta.