cPasaron 27 años desde aquel histórico día en que en el Paseo de la Castellana Luis Alberto Herrera, Lucho, ganó por primera vez para Colombia una de las tres grandes competencias del ciclismo mundial, hasta el domingo cuando Nairo Quintana subió a lo más alto del podio para recibir la camiseta rosada como el mejor del Giro de Italia y a su lado estuvo otro colombiano, Rigoberto Urán.
Gesta, sin lugar a dudas, con ribetes de hazaña y que pone a soñar a todo el país con la idea de que muy pronto se conquiste la corona que hace falta: la del Tour de Francia.
Con Lucho Herrera y Fabio Parra, los colombianos vibramos y alimentamos la esperanza de que se consiguieran más logros. Y, el boyacense, en cierta forma, nos dio una gran satisfacción cuando fue tercero de la carrera gala, pero luego se esfumaron las ilusiones y el ciclismo nacional entró en una etapa de transición, al punto que desapareció del panorama mundial como equipo, aunque algunos corredores obtuvieron victorias individuales.
Hoy la situación promete ser diferente. El ciclismo colombiano se renovó, volvieron a aparecer los patrocinadores y más que ello, las principales escuadras europeas ven en los escarabajos las mejores opciones para reforzarse y tener alternativas para disputar los títulos.
No se han equivocado. En 2013, Urán fue segundo del Giro de Italia y el hasta entonces desconocido en el gran lote internacional, Nairo Quintana, emergió para decir que debía ser tenido en cuenta a corto plazo, ya no como el segundo del Movistar, detrás del español Alejandro Valverde, sino como el capoescuadra. Desde luego que en ese proceso de maduración del joven boyacense ha tenido mucho que ver Eusebio Unzué, manager del Movistar, quien ha sabido llevarlo, guiarlo, aconsejarlo y manejarlo en cada una de las carreras en que ha competido.
Con el triunfalismo propio de los colombianos será muy natural que ahora se le exija a Quintana que gane el Tour de Francia y cuanta carrera en la que intervenga, pero hay que ser realistas y saber que el pequeño pedalista no es una máquina y que por más que quiera, en cualquier momento va a flaquear.
Seguramente, cuando eso ocurra y las críticas lluevan sobre Nairo, ahí estarán Unzué y su amigo Valverde, a quien también hay que hacerle un reconocimiento porque desde que el colombiano llegó al Movistar, lo arropó, lo convirtió en su protegido y en el momento clave en el Tour del año pasado, cuando flaqueó, le cedió al boyacense la oportunidad de pelear por la victoria final.
Pero la esperanza de los colombianos no está puesta solo en Nairo, quien a sus 24 años, apenas está comenzando y de quien se pueden esperar rutilantes victorias, sino que a su lado está Urán, más maduro y quien bien podría aspirar a reeditar lo hecho por Herrera en la Vuelta a España. Y vienen muchos más: Carlos Bananito Betancur, Julián Arredondo, Sebastián Henao, Pantano y otros que están despuntando y que bien llevados, harán que el himno nacional retumbe en toda Europa.
La era Nairo apenas comienza y bien podría prolongarse por 8, 9 o 10 años porque tiene condiciones y mentalidad de líder, líder ganador. Sin embargo, hay que tener bien claro que no es la única carta de Colombia y que para fortuna de quienes optan por el ciclismo como su profesión, otra vez se les abrieron las puertas en los grandes equipos del mundo y con ellas, la posibilidad de ser capos, no solo gregarios, aunque para ello tienen que mostrar el talante que desde que comenzó exhibió el ahora gran Nairo.