Debate por las decisiones del Emisor
Efecto transversal del alza de intereses
EL cierre económico de 2015 ha estado bastante movido, en especial el debate en torno a la política del Banco de la República de seguir aumentando sus tasas de interés de referencia como una fórmula para atajar el crecimiento inflacionario, que ya se encuentra en 5,89 por ciento entre octubre del año pasado e igual mes del presente. Dicho porcentaje, como se sabe, está casi dos puntos por encima de la meta que el propio Emisor había fijado para todo este año, razón por la cual se han extremado las medidas para evitar un mayor desborde en el costo de vida. Ello explica por qué la Junta Directiva del Banco viene desde septiembre aumentando sus tasas de intervención y ya las tiene en 5,50 por ciento, y no es descartable que en la próxima reunión, en la última semana de diciembre, decida seguir por el mismo camino con el fin de atajar esas expectativas inflacionarias.
La política del Emisor ha generado críticas y respaldos de distintos sectores de analistas y gremios. Para algunos el Banco está actuando en la dirección correcta, ya que la peor amenaza para la economía es que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se siga saliendo de cintura, precisamente en momentos en que el control de la inflación es absolutamente necesario para evitar que la deceleración productiva en este 2015 tenga efectos más perjudiciales para el sector real y el libre juego de la oferta y demanda de bienes, servicios y productos.
Desde ese punto de vista quienes defienden las decisiones del Banco resaltan que el escenario no da para otro tipo de medidas, puesto que es evidente que la coyuntura cambiaria ha golpeado los precios al consumidor y aumentado los costos de las materias primas importadas. De igual manera no se puede esconder que el fenómeno climático de El Niño ha encarecido algunos alimentos, a lo que se suma que sectores como el industrial y el de las ventas están mostrando índices de recuperación que deben ser protegidos a toda costa de un coletazo inflacionario.
En la otra orilla se ubican, precisamente, quienes sostienen que el Emisor, al encarecer el costo del dinero por la vía del alza sostenida en sus tasas de interés de referencia, que se traslada progresivamente al sector financiero y al usuario de bancos y corporaciones, podría estar quitándole espacio a varios sectores productivos que vienen mostrando un dinamismo en materia de crecimiento y rentabilidad. Si bien no desconocen que un alto costo de vida es el más regresivo de los elementos que afectan al sector real de la economía, sostienen que hay otros mecanismos a la mano tanto para el Emisor como para el Gobierno con el fin de hacerle frente a la cresta inflacionaria.
Advierten, por igual, que la revaluación del dólar a nivel local, conjugada con una situación externa muy complicada, por cuenta del clima recesivo en Latinoamérica, los altibajos productivos en Estados Unidos, la lenta recuperación europea y la desaceleración china, crean un marco circunstancial en el que afectar el nivel de liquidez de la economía subiendo los intereses, podría terminar siendo un remedio peor que la enfermedad. Incluso traen a colación que el propio presidente Santos había demostrado su desacuerdo con el incremento de las tasas por parte del Emisor ya que podría producir un frenazo a la economía.
Como se ve, si bien las medidas del Emisor y el propio Gobierno han sabido mantener a flote la economía colombiana, en medio de un escenario regional y mundial bastante complicado, especialmente por la descolgada de los precios del petróleo en el último año y medio, llegando incluso hace dos semanas a una cotización por debajo de los 40 dólares el barril, es evidente que las consecutivas alzas en las tasas de interés de referencia que maneja el Banco de la República no terminan de generar consensos amplios sobre su efectividad, a corto, mediano y largo plazo.
Así mismo, es claro que la cresta inflacionaria, los aumentos en las tarifas en los servicios públicos y el encarecimiento del dinero se han puesto como el punto principal en la puja por el aumento del salario mínimo que está a punto de comenzar y en dónde Gobierno, sindicatos y empresarios llegan con posturas bastante lejanas. Por lo pronto habrá que esperar qué pasa en la última reunión de la Junta Directiva del Banco este año, en la que los avances sobre el nivel de crecimiento del PIB en el tercer trimestre y el IPC de noviembre serán determinantes.