Si bien es cierto que el fenómeno de la migración ilegal de centenares de miles de personas cada año por la frontera entre Colombia y Panamá no es nuevo, el aumento vertiginoso del tráfico de trashumantes por el selvático y peligroso Tapón del Darién en la última década (más de medio millón en 2023) y el cambio del escenario geopolítico continental estaban llevando esta crisis humanitaria a un punto de inflexión.
Por un lado, el debate por el manejo de este flagelo es uno de los temas centrales de la actual campaña presidencial en Estados Unidos, sobre todo por las críticas del partido Republicano y su candidato Donald Trump a las fallas de la Administración Biden para enfrentar esta problemática que no solo tiene implicaciones de derechos humanos, económicas y sociales, sino un alto componente en materia de seguridad nacional y riesgo de factores delincuenciales de alto espectro.
A ello se suma que en la campaña por la presidencia mexicana este también fue uno de los asuntos en el que más midieron tesis las dos principales aspirantes. Ahora se está pendiente de cuál será finalmente la política migratoria de la mandataria electa izquierdista, Claudia Sheinbaum.
En otros comicios para elegir jefes de Estado en Centroamérica en el último año el lío de centenares de miles de personas recorriendo sus territorios con miras a llegar a la frontera sur de Estados Unidos también generó fuertes polémicas. Tal es el caso de El Salvador y Guatemala, en donde sus nuevos mandatarios han puesto en marcha estrategias para frenar el río humano.
Pero quizá el cambio de gobierno más complicado en este aspecto sea el que se concretó el pasado lunes en Panamá. Con la posesión de José Raúl Mulino como mandatario del país del istmo se abre una nueva etapa en el combate a la migración ilegal.
Mulino hizo campaña con la bandera de cerrar la frontera con Colombia y proceder a repatriaciones y deportaciones masivas de todos los hombres, mujeres y niños que, luego de atravesar el Tapón del Darién y las rutas marítimas complementarias, arribarán a su territorio.
De hecho, en la antesala de su posesión firmó un convenio con Estados Unidos para repatriar a migrantes ilegales.
Si bien el presidente colombiano se reunió el mismo lunes con Mulino y acordaron una agenda para analizar esta difícil problemática, queda claro que poco a poco el peso de toda esta crisis humanitaria termina recayendo en nuestro país, pese a ser un flagelo que exige una respuesta continental e integral.