- Nuevo compromiso del país contra GEI
- La necesaria corresponsabilidad transnacional
EL martes pasado la Organización Meteorológica Mundial emitió un preocupante informe según el cual las emisiones diarias de CO2 si bien han disminuido hasta en un 17% en los meses recientes, debido a las restricciones económicas y las medidas de confinamiento poblacional derivadas de la pandemia del Covid-19, no se ha frenado de forma significativa la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) que atrapan el calor en la atmósfera, aumentan las temperaturas y provocan un clima más extremo. En otras palabras, que ni siquiera la desaceleración industrial producto del coronavirus, ha permitido ganarle terreno al cambio climático y, por el contrario, los gases que producen este grave fenómeno están llegando a niveles récord.
Se trata de un informe bastante preocupante que se conoce en la antesala del quinto aniversario del Acuerdo de París sobre lucha contra el cambio climático, sin duda el pacto trasnacional más importante en lo que va corrido de este siglo con el fin de limitar el aumento de las temperaturas en todo el planeta. Si bien es cierto que la mayoría de naciones siguen comprometidas con el cumplimiento de las metas nacionales derivadas de la COP 2015, también lo es que mientras las grandes potencias, que son a la par las mayores generadoras de GEI, no cumplan con la reducción contemplada en el pacto parisino, poco efecto tendrá el esfuerzo del resto del planeta.
Colombia, como se sabe, ha sido uno de los países más disciplinados y comprometidos en la lucha contra el cambio climático, pese a que apenas si es responsable de la emisión del 0,04% de los gases de efecto invernadero. Es más, el actual gobierno se distingue por las metas ambiciosas que se ha puesto en este delicado tema, que incluyó como pieza transversal en el Plan Nacional de Desarrollo, en donde el desarrollo sostenible es uno de los ejes determinantes de la agenda cuatrienal. Por lo mismo genera gran expectativa el anuncio que hará el próximo 12 de diciembre sobre la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), que incluye el compromiso de reducción de gases contaminantes para los próximos 10 años. Según el Ministerio de Ambiente esa nueva meta será un paso clave para alcanzar la “carbono neutralidad” a 2050, es decir, llegar a las cero emisiones de GEI.
Ese nuevo compromiso colombiano incluirá metas calificadas por el propio Ejecutivo como muy ambiciosas en cuanto a medidas de adaptación al cambio climático, especialmente en áreas como preservación del recurso hídrico, protección de ecosistemas, zonas protegidas ampliadas, desarrollo sostenible e infraestructura con sello verde, entre muchos otros avances.
Sin duda es de aplaudir que Colombia, como Estado Social de Derecho, y en el que la preservación de la biodiversidad ya se considera un asunto de seguridad nacional, siga dando ejemplo de liderazgo en la lucha contra el cambio climático, en la misma línea que lo hiciera años atrás cuando fue el principal impulsor de la formulación y definición de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son hoy la principal agenda global hacia 2030, así algunas de sus metas estén en vilo debido al duro coletazo de la pandemia del Covid-19 este año.
Lo más importante es que las ejecutorias están sobre la mesa. Nuestro país hoy lidera en Latinoamérica el aumento porcentual del parque de energías renovables no convencionales. De igual manera, ha logrado reducir de forma permanente los índices de deforestación en la cuenca amazónica y para este cuatrienio se puso la meta de plantar 180 millones de árboles, una cruzada en la que avanza a buen ritmo. También ha logrado una reducción acumulada de 30,9 millones de toneladas de dióxido de carbono. No menos importante es que ha recuperado miles de hectáreas invadidas por narcocultivos en los parques nacionales naturales. Incluso en este 2020 ya cuenta con un récord en venta de vehículos eléctricos o híbridos. De igual forma ha sido muy diligente la Nación en la ratificación de acuerdos como el Convenio de Minamata o el Acuerdo de Escazú, que en estos momentos está en aprobación en el Congreso. Así mismo está abanderando una estrategia global para la defensa de los páramos y ha confeccionado un marco normativo bastante exigente para meter en cintura las actividades mineras y regular hasta el propio fracking, si es que definitivamente se avanza en esa dirección de modalidad de explotación petrolera...
No en pocas ocasiones hemos reiterado en estas páginas que Colombia es uno de los países más vulnerables a los efectos lesivos del cambio climático y la gravedad de la actual ola invernal es prueba fehaciente de ello. Sin embargo, así como muchas veces se ha pedido la corresponsabilidad internacional en la lucha contra el narcotráfico, también es hora de reiterar que se haga lo propio en el combate sin tregua al calentamiento global.