Claroscuro económico | El Nuevo Siglo
Viernes, 11 de Marzo de 2016

*Distintas lecturas a PIB de 3,1%

*Preocupante arranque del 2016

 

HAY dos formas de analizar el índice de crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB, en 2015, revelado ayer por el Dane, según el cual durante ese lapso la economía colombiana creció 3,1%. Está la visión más optimista del Gobierno según la cual el sistema productivo mantuvo la tendencia a la recuperación, ya que trimestre tras trimestre el PIB fue aumentando, pasando de 2,7% en marzo, 3,1% en junio y 3,2% al cierre del tercer trimestre para culminar en el último con un 3,3%. Esto implicaría, que la colombiana se ubica en los puestos de arriba si se compara con otras economías regionales, siendo apenas superada por países como Panamá y Perú, y marcándole distancia a México y Chile, que estuvieron en 2,5 y 2,1%, respectivamente, al tiempo que dejó muy lejos a una Argentina que apenas si creció 0,4%, en tanto que Ecuador, Brasil y Venezuela registraron índices negativos.

 

También es evidente en el reporte del Dane que hubo sectores con un rendimiento especialmente dinámico  como el financiero y el de comercio y turismo, cuyos desempeños estuvieron por encima del 4%, en tanto que la construcción se ubicó en 3,9% y el sector agropecuario en 3,3% durante los 12 meses.

 

Sin embargo, otra lectura permite establecer que el desempeño colombiano en materia económica el año anterior está lejos de dar cabida a que se lancen las campanas al vuelo.

 

Sin desconocer el efecto de la descolgada de los precios del petróleo en el último año y medio y los altibajos cambiarios, así como otros fenómenos macro referidos al enfriamiento productivo internacional, especialmente de China, es evidente que crecer al 3,1% está muy lejos de la meta de alcanzar el 5% sostenido  que siempre han puesto los analistas como el horizonte al que debe apostar nuestro país. Los mismos datos del Dane dejan en claro que mientras en 2014 se creció al 4,4%, en el año que acaba de terminar hubo un retroceso de casi una cuarta parte de ese porcentaje y la situación es más alarmante si la comparación se hace con el 4,9% de crecimiento del PIB en 2013.

 

Por sectores, la mayor preocupación continúa estando en el sector de la industria que si bien tuvo el año pasado una evolución positiva al arrancar en -1,8% y cerrar en 4,0% al corte de diciembre, en el promedio anual se ubicó de nuevo en 1,2%., evidenciando que estamos lejos de una normalización en el sector manufacturero. A ello debe sumarse que el desempleo viene teniendo, desde finales de 2015, una presión lenta pero constante, a tal punto que a febrero de este año ya el indicador mensual se ubica en 11,9%, encendiendo las alarmas respecto a la destorcida de una tendencia que en los últimos tiempos había llevado a que el índice de desocupación se mantenga por debajo de los dos dígitos.

 

A este panorama preocupante hay que sumarle la escalada inflacionaria de los últimos meses que no sólo llevó a que este indicador bordeara el 7% al cierre de 2015, sino que en lo corrido de este año ya acumula casi un 3% de aumento en el costo de la canasta familiar.

Como se dijo el debate sobre el PIB debe ir más allá de si se parte de la base de ver el vaso medio lleno o medio vacío, pues es claro que así como el Gobierno relieva muchos de los indicadores revelados por el Dane ayer, los críticos prenden señales de alarma sobre aquellos que están claramente en rojo o cuyo desempeño es inferior al registrado en los dos años inmediatamente anteriores.

 

De entrada es claro que las apuestas sobre lo que será el crecimiento de la economía en este primer trimestre de 2016 serán muy cerradas e incluso los pronósticos que tienden a tener mayor certeza indican que si se supera la barrera del 3% habría que darse por bien servidos, sobre todo si se tiene en cuenta la recesión venezolana, la crisis brasileña y un desempeño mediocre a nivel latinoamericano por cuenta del coletazo petrolero y la incertidumbre por economías como la China y varias europeas.

Por el momento lo que se puede concluir es que la economía colombiana se mantiene en estado de máxima alerta y es necesario que se evalúe, a cada tanto, si los planes y estrategias para reactivar la dinámica productiva en sectores como la infraestructura y la construcción alcanzan a soportar el ritmo de crecimiento requerido, en medio de un panorama petrolero cada vez más crítico, la estrechez fiscal, los déficits de cuenta corriente y comercial, la escalada inflacionaria, el pico revaluacionista del dólar y otros fenómenos de muy difícil manejo para el sector público y privado.