Reto de las campañas
El caudillo visionario
EL pueblo colombiano no sale de su asombro por la decadencia en la que está cayendo la campaña presidencial, que se arropa en consejas, en ataques personales y en denuncias propiciadas por unos y otros, en algunos casos con la finalidad de sorprender al contrario y desacreditarlo. Como en el marcador, dos de los candidatos se perfilan para pasar a la segunda vuelta, el nerviosismo que se apodera de sus dirigentes los hace cada día más sensibles y dados a responder con agresividad los ataques del adversario. Quienes van de coleros en los sondeos y encuestas, anuncian de antemano futuras coaliciones para la segunda vuelta, sin que se conozca aún con claridad cuántos votos van a sacar. La polarización en primera instancia parece beneficiar al presidente-candidato Juan Manuel Santos, con un Óscar Iván Zuluaga, que parecía pisarle los talones hasta cuando estalló el escándalo del Hacker. Apenas una de las encuestadoras sostiene que el segundo de los aspirantes podría ganar en la primera vuelta. En tanto, sin mucho ruido en la campaña del exalcalde Enrique Peñalosa, se hace un trabajo de filigrana para atraer a su cauda a pequeños grupos electorales contestatarios, con la idea de que se abrirá paso la tercería en tanto se hacen daño mutuo las dos campañas mayoritarias.
La elevada porción de la población que se mantiene indecisa o que no registra en las encuestas, contra lo que ocurre en otros países, que a última hora se van con la izquierda, aquí según algunos analistas, de lograrse un acuerdo de paz votarían por la continuidad de Santos, dado que están conscientes de que por avanzar en esa política el Gobierno se ha jugado su prestigio y de conseguir su objetivo, haría realidad el sueño de cuarenta millones de colombianos por la paz, una paz con dignidad y entrega de las armas por parte de las Farc.
Sin que se descuiden las campañas sobre la inquietud y el recelo de las masas por la ausencia de proyectos macro para solucionar los problemas nacionales. Buena parte de los flagelos que han impedido el desarrollo del país están sin resolver y se han agravado. El tema que más ha ocupado los titulares de la prensa durante el actual Gobierno ha sido el de la paz, pese a lo cual el establecimiento sigue dividido a la espera de noticias de lo que pueda pasar en La Habana, cuando ya debería existir unidad de criterio en todos los sectores para favorecer o descartar esa política. No solamente el Gobierno, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, es el responsable de la paz: las instituciones representativas oficiales, los gremios, los sindicatos y en particular las Cortes, los medios de comunicación, la academia, las Fuerzas Armadas, son fundamentales para forjar una nueva sociedad capaz de abandonar las pasiones de campanario e intentar un nuevo camino en convivencia.
En estos asuntos de alta política no caben los agravios personales, las bajas pasiones, la intolerancia ni la pequeñez. Según como cada sector político asuma sus responsabilidades, se demostrará quiénes están maduros para el poder. Lo mismo que los que carecen del talante para conducir el país a un nuevo amanecer en paz, en el entendido de que ésta no perdura por decreto. Será preciso que la sociedad colombiana en todos sus estamentos apoye la convivencia, al tiempo que las energías nacionales se convocan, con recursos nuestros y del exterior, a la finalidad de desarrollar la periferia del país. Al respecto tenemos tres ejemplos de inspiración que han sido providenciales para los países que concertaron políticas macro de desarrollo de la periferia; Estados Unidos con la conquista del Oeste, Brasil con los bandeirantes que extendieron las fronteras y desarrollan el cerrado, lo mismo que Alemania occidental al financiar la reunificación y desarrollo del Este. La inmensa riqueza natural de la zona de la periferia del país contrasta con la miseria imperante en esas regiones y la pobreza mental de nuestros políticos y planificadores que han sido inferiores al desafío que otros pueblos mejor conducidos han conseguido vencer al derrotar las dificultades del medio para el progreso.
El Nuevo Sigloaprovecha la ocasión para exaltar la memoria del general Rafael Reyes, quien se ocupó como empresario en impulsar el desarrollo de la Amazonia y fue de los primeros que públicamente trazó una política para estimular la explotación y el crecimiento de esa zona, que para infortunio no entendieron sus sucesores. Han pasado más de cien años desde entonces y el tiempo le da la razón a ese visionario caudillo conservador.