* Los riesgos implícitos en liberación de Saab
* Elecciones libres 2024, el objetivo principal
Un nuevo y riesgoso paso dio la estrategia de la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, para forzar a la dictadura venezolana a permitir la realización de elecciones presidenciales libres y transparentes el próximo año. La decisión del gobierno Biden de indultar y liberar al detenido empresario colombiano Alex Saab, quien estaba siendo procesado por la justicia norteamericana dentro de un caso de testaferrato y lavado de activos a favor de Nicolás Maduro y compañía, debe entenderse en ese escenario.
Si bien la Casa Blanca venía negociando con el gobierno chavista, desde mayo pasado y con mediación de Catar, lo concerniente al caso Saab (capturado en junio de 2020 en Cabo Verde y extraditado a Estados Unidos en octubre de 2021), es claro que otorgarle un indulto presidencial y permitir que volviera a Caracas para ser recibido en tono triunfal por parte de un sátrapa como Maduro, debió ser un asunto larga y detalladamente analizado por el Departamento de Estado debido a sus profundas implicaciones geopolíticas.
La excarcelación y envío inmediato a territorio norteamericano de diez estadounidenses presos en Venezuela, así como la salida de prisión de otros 16 dirigentes políticos pertenecientes a la oposición chavista es, sin duda, un hecho destacable desde el punto de vista humano y particular. Sin embargo, no se puede perder de vista que el proceso contra Saab en los tribunales estadounidenses era muy importante porque iba en la dirección de comprobar cómo el régimen acudía a múltiples maniobras para tratar de desviar dineros del erario venezolano y apropiarse de ellos. Avanzar hacia una condena judicial a Maduro y su círculo más cercano resultaba clave para seguir cercándolos y proceder a corto o mediano plazos a una eventual captura y su comparecencia ante jueces norteamericanos.
En ese orden de ideas, procesar a Saab, de origen colombiano pero con ciudadanía venezolana, era un imperativo, incluso de cara a crear las condiciones para convencerlo de recibir beneficios penales y penitenciarios a cambio de colaborar con la justicia y develar todo el entramado de corrupción del chavismo.
Visto lo anterior, se entiende por qué sectores del partido Republicano en Estados Unidos y de la oposición en Venezuela criticaron el indulto a Saab, señalando que la Casa Blanca está tomando riesgos muy altos, no solo porque dejó ir al cómplice de mayor nivel de Maduro, sino porque hasta el momento el régimen venezolano no ha dado mayores muestras concretas de querer avanzar hacia unos comicios garantistas y limpios el segundo semestre del próximo año. Esto a pesar de que desde hace algunos meses se flexibilizaron las sanciones para la exportación de petróleo, gas y oro del país suramericano, lo que ha significado un respiro económico vital para la dictadura chavista.
No hay que olvidar que, tanto en las fallidas negociaciones en México como en las más recientes en Barbados, el Palacio de Miraflores exigía disminuir las sanciones económicas y liberar a Saab a cambio de comprometerse a maniobrar para que se levantaran las inhabilidades políticas que pesan sobre varios candidatos presidenciales y líderes de la oposición. Inhabilidades impuestas por la Contraloría, un órgano que se sabe está al servicio del régimen al igual que el Tribunal Supremo de Justicia, que es la institución que debe resolver en última instancia la procedencia de esas medidas espurias y claramente politizadas.
De hecho, como lo recalcamos en estas páginas días atrás, el viernes pasado la candidata presidencial opositora María Corina Machado, ganadora absoluta de las primarias de los partidos antichavistas y quien por mucho tiempo advirtió que no le reconocía validez alguna a la inhabilitación que le impuso la Contraloría, procedió a apelar la polémica decisión, dejando en claro que ahora el “balón estaba en la cancha” de Maduro para que cumpliera los compromisos asumidos en Barbados, tratativas en las que si bien Noruega es mediadora, se sabe que Estados Unidos conserva la voz cantante.
Así las cosas, todo hace indicar que la flexibilización de las sanciones económicas y la liberación de Saab, por más riesgosos que sean estos dos pasos, van en la dirección de quitarle a Maduro cualquier excusa para no permitir elecciones garantistas en 2024, en donde es claro que Machado tiene amplias posibilidades de ganarle en una contienda transparente y democrática. Lo que para algunos sectores críticos podría implicar el peligro de darle aire económico y margen político a la dictadura, para otros es una movida para seguir cercándola, dejarla sin opciones distintas a cumplir los acuerdos y someterse al dictamen popular en las urnas, en donde difícilmente podría sumar los respaldos para seguir en el poder de un país que sumió en la crisis más grave de toda su historia.