La posibilidad de que la Selección Colombia no clasifique al Mundial Brasil 2014 existe matemáticamente. Sin embargo, para ello el combinado patrio no sólo tendría que perder por amplia goleada el encuentro de hoy contra Chile y el de la próxima fecha ante Uruguay, sino que en esas dos últimas jornadas de las eliminatorias debería darse en el resto de encuentros una combinación de resultados muy compleja. Es más, como mínimo ya se tiene asegurado el tiquete para el repechaje, por mal que nos vaya. No en vano, varios de los principales comentaristas y analistas consideran que la tricolor está en un 99,9 por ciento anclada ya en la lista de 32 equipos que disputarán la copa orbital el próximo año en tierras brasileñas.
Así, pues, aunque en fútbol todo es posible, lo cierto es que no es arriesgado apostar por la clasificación mundialista y analizar cuáles han sido los elementos sustanciales que permiten al fútbol colombiano estar hoy al borde de volver a la máxima cita del balompié luego de tres decepciones en línea.
En primer lugar tiene que señalarse el hecho de que Colombia volvió a tener una generación de jugadores que, línea por línea, no sólo es pareja y de oficio, sino que la mayoría militan en equipos importantes en el extranjero. Aunque en las últimas tres clasificatorias también se contó con futbolistas de recorrido, los equipos eran disparejos en su rendimiento y se notaba la diferencia entre aquellos que jugaban en ligas de alta competitividad y los que provenían del rentado criollo.
Como segundo elemento definitivo está el haber optado, por fin, por un técnico extranjero de primer nivel, serio, con experiencia mundialista y capaz de manejar grupos en donde se combinen estrellas y jugadores de oficio. Aunque no se puede olvidar que las últimas tres idas a mundiales se hicieron de la mano de técnicos colombianos, hasta Francia-98, lo cierto también es que en los tres intentos fallidos siguientes (Japón-Corea 2002, Alemania 2006 y Sudáfrica 2010), los timoneles fueron locales y las polémicas eran el pan de cada día.
La llegada de Pekerman fue clave porque tras la accidentada salida de ‘Bolillo’ Gómez y el despido luego de su sucesor Leonel Álvarez, era necesario un automático borrón y cuenta nueva. El argentino y su cuerpo técnico no sólo impusieron un estilo y modo de trabajo, sino que la Federación supo respetar sus métodos. Quedó atrás, así, ese manoseo entre dirigentes y técnicos en torno de las convocatorias y alineaciones, una circunstancia supremamente desestabilizadora.
Ese estilo de Pekerman encajó rápido en una nómina de jugadores maduros, aterrizados en el día a día del trabajo, sin ínfulas de superestrellas pese a sus logros en el exterior. Lo que configuró un equipo compacto, solidario y, sobre todo, concentrado en un solo objetivo: clasificar.
Y, por último, no se puede negar que el acompañamiento de la afición creció de forma significativa a medida que se desarrolló la eliminatoria. La combinación de resultados y fútbol de calidad, y cuando éste no lo hubo, de sacrificio y pundonor, volvió a enamorar a los colombianos con su selección. Barranquilla es la sede natural del equipo, pero su casa es todo el país, eso es evidente.
Para Brasil 2014 sólo falta ese 0,1 por ciento y esperemos que hoy se sume.