Desequilibrio regional
Gobierno estudia reforma
La democracia colombiana debe recobrar el equilibrio democrático representativo de las regiones, particularmente de la periferia, para darles una representación equitativa en el Congreso de la República. En un país como Estados Unidos en la Convención de Filadelfia, que dio origen a la famosa Constitución, estableció un mismo número de senadores por cada Estado, tradición que sigue hasta nuestros días; fundamental para el equilibrio de poderes entre los Estados. En las naciones donde se han empleado sistemas inequitativos distintos se presentan conflictos entre los Estados y guerras civiles separatistas. En Colombia las Provincias y Departamentos, según el caso, tenían en su seno regiones con poca población y muy aislada a la que se procuraba integrar y favorecer. En las selvas y zonas montañosas de difícil acceso se refugiaban indígenas, colonizadores y desplazados de las guerras civiles, quienes apenas recibieron los beneficios de la civilización, tardíamente, por cuenta de los misioneros de las comunidades religiosas que extendieron el evangelio y la civilidad a donde imperaba la barbarie y hasta el canibalismo.
Coinciden los escasos geopolíticos que investigan nuestra realidad, como los antropólogos, sociólogos y algunos economistas o historiadores, en señalar que las tres imponentes y hermosas cordilleras que dividen el país, dificultaron el desarrollo armónico de la sociedad y aún hoy constituyen una barrera en algunos casos infranqueables, Álvaro Gómez, quien conocía muy bien el país, sostenía que nuestra geografía tiende a la dispersión y por tanto el sistema debía contribuir a fortificar la unidad nacional. En otros países de menores escollos geográficos por vencer, las poblaciones separadas por siglos se tornan hostiles y rivales, lo que con el tiempo y las circunstancias políticas conducía fatalmente a la desintegración. El estadista Rafael Núñez profundiza el estudio de nuestra realidad, y, como cartagenero y congresista por Panamá, advierte que con el caudillismo enervante, en una sociedad desorganizada, las guerras civiles, la persecución religiosa y el aislamiento regional, más la corrupción e instituciones políticas disolventes mal copiadas de otras latitudes, el país avanzaba a la desintegración. Nadie hizo tanto por la unidad y el fortalecimiento del Estado, como Núñez. Él es el padre del Estado moderno en Colombia.
En el curso de nuestra evolución, la patria se convirtió en un país de ciudades que ha permitido un avance a la cultura y la civilidad más variado que el de países en donde se carece de esta ventaja. Infortunadamente en la periferia, en donde está concentrada la mayor parte de nuestra riqueza sin explotar, por falta de seguridad e infraestructura, en algunas zonas seguimos como en el primer día de la creación. Esas regiones periféricas, incluso más pobladas e integradas al desarrollo, por cuenta de la circunscripción nacional al Senado, se han quedado sin representación política. Así se da la paradoja de que las regiones donde es más urgente la representación política de sus habitantes en la Cámara alta carecen de la misma. Es así que en el interesante informe de ayer de El Nuevo Siglo se recuerda que el Quindío, el Putumayo, el Chocó, el Caquetá, La Guajira, San Andrés, Arauca e incluso el Magdalena, se quedaron sin voceros en el Senado. Un sistema electoral en el cual deja sin representación un área cuya población y territorio superan al de varios países centroamericanos, resulta antidemocrático, peligroso, disolvente, inequitativo, injusto y puede conducir en un futuro a perturbadores fenómenos separatistas.
El alto gobierno, desde el presidente Juan Manuel Santos, el ministro del Interior, Aurelio Iragorri, así como el candidato a la Vicepresidencia Germán Vargas, ha manifestado en diversas oportunidades la más viva preocupación por el desequilibrio regional que impide que media Colombia tenga voz y voto en el Senado de la Republica, por lo que proponen una reforma integral para establecer la equidad representativa regional. La situación es más grave en cuanto una abultada parte de los votos periféricos favoreció a senadores foráneos, sin arraigo en las regiones, sin contacto con sus moradores y sus necesidades, fuera de la compra de votos y de cupos, incluso hasta de avales, de vicios que degradan la representación popular en forma grotesca. En algunos casos los elegidos afirman sotto voce que no tienen el menor compromiso con sus electores, puesto que cancelaron el voto de contado. Razón de más para modificar esa institución que tiende a convertirse en un cáncer de la democracia colombiana.