La calidad de vida determina en las grandes urbes signadas por el convivir de millones y millones de seres, las condiciones de salud y las actitudes que influyen en la integración social. Experimentos de laboratorio con roedores reducidos al hacinamiento en cajas y pequeños espacios, frente a otros mantenidos en áreas más grandes, han demostrado cómo los primeros, así reciban la misma alimentación que los segundos, tienden a volverse cada vez más irascibles, al punto de llegar a atacarse. Entre tanto, los roedores que han tenido existencia más holgada y con mayor movilidad se mantienen más saludables y tranquilos. Las conclusiones de esos experimentos se pueden extrapolar, guardadas las obvias diferencias, con los seres humanos. Es evidente que una sociedad aldeana, al estilo de Atenas, se benefició de ese vivir saludable que les permitía a los ciudadanos griegos de esos tiempos filosofar, guerrear, escribir, investigar, departir, soñar y disfrutar de una calidad de vida excepcional.
Las grandes urbes de la actualidad no se comparan de ninguna manera a la antigua Atenas, en donde el conocimiento crecía casi a diario en los diálogos fructíferos entre sus más notables políticos y pensadores. El hacinamiento colectivo hoy por hoy determina que los seres humanos sobrevivan en una especie de prisiones, como lo señala Michael Foucault. Esa condición de hombres libres pero prisioneros urbanos afecta el comportamiento social y la conducta de individuos en apariencia más tranquilos y pacíficos. Tal el caso, por ejemplo, del copiloto alemán Andreas Lubitz, quien se suicidó cuando estaba al mando de un avión comercial en los Alpes franceses, causando la muerte de más de 150 personas.
Con el aumento de la población en las grandes ciudades se rebaja de manera acelerada la calidad de vida en las comunidades marginales y de los habitantes en general, lo que impacta su estado de salud física y mental. Anomalías que se han convertido en uno de los factores que más afectan a los citadinos colombianos, circunstancia que es agravada por la mala alimentación y el sedentarismo.