Desde hace varios años los expertos de diferentes nacionalidades advirtieron sobre las consecuencias que se derivarían de las partículas nocivas lanzadas a la atmósfera, en especial por las potencias industrializadas. Con la aparición del ser humano empezó a afectarse su mismo hábitat: la Tierra. Ha sido el depredador por antonomasia, aun en tiempos remotos, con el uso de leña para cocer alimentos y protegerse en zonas regidas por estaciones, donde en la invernal el frío es glacial. Ahí empezó la deforestación. En esas calendas la afectación era menor debido a la exigua población. A medida que ésta fue creciendo, mayor el uso de recursos naturales para la sobrevivencia. No obstante puede considerase que las actividades primarias, elementales, no provocaron daños significativos en los ecosistemas, los primitivos habitantes vivían de la caza, como el hombre de Neanderthal, que se extinguió a finales del Pleoceno.
Con el transcurso de los siglos se iban presentando leves cambios en el discurrir cotidiano. Ya en tiempos de los egipcios, romanos y en particular de los griegos surgieron los grandes matemáticos, astrónomos, filósofos y más adelante, en el Renacimiento, con énfasis en Italia, portentos de las artes como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Rafael, y otros que dejaron su impronta en la magnificencia de sus obras. Etapa grandiosa de inteligencias singulares, sin embargo, las cosas no variaban respecto a estilos de vida de la gente del común, salvo la realeza y gobernantes donde se daban ciertos lujos y boato.
Esta etapa en la historia del mundo dejó huella por lo que hicieron las más destacadas figuras de las artes, las ciencias que pueden considerarse las bases de lo que vendría después, que sí resultó en una transformación radical de todo lo que había pasado en los milenios y siglos precedentes: la revolución industrial, iniciada en Europa con Inglaterra de líder y que se extendió con más intensidad en Norteamérica con miles de factorías que atrajeron a millones de inmigrantes del mundo. Una de las industrias que revolucionó costumbres y modo de vida fue la del automóvil, que tuvo en Henry Ford uno de sus más vigorosos impulsores y quien se destacó por su sentido social, al mejorar las condiciones a sus trabajadores.
Las gigantescas industrias derivaron en una era de prosperidad que contribuyó al desarrollo de la que hoy sigue siendo la primera potencia del orbe. El propósito siempre se orientó hacia el incremento de la producción no solo para la demanda interna sino dirigida hacia la exportación. La infraestructura industrial de EE.UU. se imponía, sin una emulación fuerte en el resto del mundo. Situación diferente con el surgimiento de países de otros continentes como Asia y también europeos que comenzaron a debilitar nichos de los norteamericanos. Y aun sin que la premonición de que cuando China despierte, ‘el mundo temblará’, que pronto se hizo realidad. El gigantesco país planteó el reo más enorme con su masiva producción de todo lo imaginable que ha invadido los mercados del planeta.
Estas transformaciones y la irrupción de la industria con la consecuente avalancha de la sociedad de consumo han derivado en el aumento exagerado de emisiones en la atmósfera que generó el ‘efecto invernadero’ y el calentamiento global, una verdadera amenaza para la humanidad, que se reflejará en los años venideros en aumento del nivel de los mares, y de la temperatura de éstos y un mundo más caliente donde podrían desaparecer territorios insulares. También ha propiciado reacciones de la naturaleza no experimentadas antes, inundaciones, derretimiento de glaciares, incluso en áreas del Trópico, fenómenos como el de la Niña y el Niño que, a propósito de este último en Colombia hay que estar listos para no ser sorprendidos. Hace algunos años se registraron desastres y si hay preparación frente a la posibilidad de que este año se presente, podrán evitarse secuelas graves. En lo del calentamiento, en el país hay políticas ambientales adecuadas, además es de los que menos emisiones produce, en comparación con las gigantescas de países ricos y de los emergentes.