- Brexit, logro histórico de Johnson
- La falacia de las “fake news”
El Reino Unido finalmente cumplió el mandato mayoritario de abandonar la Unión Europea. En principio, cuando se dieron los resultados adversos a la permanencia en el referendo de 2016, se adujeron todo tipo de justificaciones por parte de quienes habían salido derrotados.
Fue ahí precisamente cuando se inventó la tesis de las “fake news” (noticias falsas), según la cual el pueblo británico había sido manipulado a través de estadísticas mentirosas en las redes sociales. Esa fue la explicación que dieron quienes jamás pensaron que Gran Bretaña pudiera salirse de la vinculación formal con Europa.
Todas esas hipótesis se vinieron al traste hace tan solo unas semanas cuando el primer ministro Boris Johnson, en cabeza de los conservadores, arrasó en las elecciones parlamentarias. Sobre esa base, la conclusión obvia es que en 2016 no se habían dado las tales “fake news”, sino que, por el contrario, el pueblo británico incrementó inconmensurablemente su propósito de salirse del tratado con la Unión Europea. Es decir, que el resultado del referendo era completamente verídico y legítimo. Es importante resaltarlo porque aún hay quienes pretenden aducir las famosas “fake news” para explicar todo lo que pasa en el planeta. Y con ello, por supuesto, se pierde perspectiva y se dejan de entender los fenómenos del mundo contemporáneo.
En Colombia, por ejemplo, se quiso explicar la derrota del referendo del proceso de paz de la administración Santos con las Farc a partir de las mismas tesis. Paulatinamente ha quedado demostrado, con los altibajos del proceso a raíz de tantas improvisaciones y equivocaciones, que el resultado del referendo obedecía a una realidad y no a un mundo fantasioso.
De suyo el presidente Iván Duque y su consejero respectivo, Emilio Archila, han avanzado en enrutar la implementación del proceso de paz por la vía correcta. En ese sentido son muy dicientes las cifras cuando se les compara con las circunstancias previas. Hay muchas cosas que lamentar, desde luego, como el constante asesinato de líderes sociales, en buena parte debido a la lucha por los corredores estratégicos del narcotráfico. Pero también es evidente que Archila está logrando sacar la implementación al otro lado, inclusive en medio de un ambiente tan desfavorable por el accionar de reincidentes, disidentes y grupúsculos de las antiguas Farc.
En el caso del Reino Unido, pues, se ha demostrado que no había “fake news” y que la propuesta de Boris Johnson de cumplir el mandato democrático, en el término de la distancia, era el mejor camino a seguir. Tan es así que hacía 70 años el Partido Laborista no sufría una derrota electoral tan estruendosa. Johnson ha demostrado que el fatalismo pronosticado por algunos sobre una debacle inminente de Gran Bretaña no era más que cantos de sirena. Basta mirar en los últimos meses el desempeño económico del país para constatar que la supuesta catástrofe por el Brexit jamás se dio.
Algunos, de otra parte, han dejado escurrir lágrimas de cocodrilo desde el jueves pasado, cuando las autoridades europeas votaron a favor de la salida del Reino Unido, tal y como lo había prometido con toda exactitud el mismo Johnson en un cronograma muy ajustado. Pero contrario a ello, la gran mayoría de británicos salió a festejar en las calles de la isla, puesto que en realidad nunca se sintieron completamente cómodos con el ingreso a la Unión Europea, a comienzos de la década de los 70 del siglo pasado. Es cierto que Londres deberá pagar 40 mil millones de euros por la salida, pero al mismo tiempo se ahorrará los 12 mil millones de aportes anuales que muchos británicos consideraban un estropicio y un drenaje para las finanzas nacionales.
La Gran Bretaña siempre ha estado a la vanguardia del mundo y en buena medida ha anticipado, desde hace siglos, los acontecimientos. Fue allí en donde se dio la primera cimiente de la democracia, mucho antes de que los europeos entraran por esa vía, luego de la Revolución Francesa. Por el contrario, en ese momento Gran Bretaña ya tenía mucho camino democrático avanzado y por lo tanto dirigió más bien sus esfuerzos a crear la Revolución Industrial, todavía hoy vigente con los avances tecnológicos de las últimas décadas.
No suele, entonces, actuar el pueblo británico por pálpitos o caprichos. Siendo así es lógico que se mantenga una expectativa favorable sobre la ruta iniciada históricamente por el primer ministro Boris Johnson. Apostarle al fracaso de Gran Bretaña, por el prurito de las polarizaciones intelectuales, es un despropósito descomunal.