Bogotá apuesta al futuro | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Junio de 2024

El nuevo Plan de Desarrollo

* Consenso político en hoja de ruta

 

Tras el accidentado mandato de Claudia López en la capital del país es claro que Bogotá necesita una corrección de rumbo. La elección de Carlos Fernando Galán como nuevo titular del Palacio Liévano, en octubre pasado, y las medidas adoptadas por su administración en estos primeros cinco meses de 2024 han estado dirigidas, innegablemente, a poner la casa en orden.

Sin embargo, el timonazo definitivo estaba supeditado al Plan de Desarrollo cuatrienal. Tras un proceso de construcción muy participativo e incluyente la iniciativa fue llevada al Concejo Distrital a finales de abril y el jueves pasado se aprobó. Se espera que en próximos días sea sancionada por el burgomaestre, con lo que oficialmente la ciudad, por fin, tendrá un norte claro y una hoja de ruta definida para su desarrollo en todos los frentes.

En ese orden de ideas, el Plan “Bogotá Camina Segura”, compuesto por 321 artículos (una parte importante agregada durante el trámite en el Cabildo), contiene cinco objetivos estratégicos que se centran en seguridad, bienestar, desarrollo del potencial de la ciudad y sus habitantes así como en la acción climática e integración regional y la confianza en el gobierno distrital. Su implementación depende de poner en marcha 39 programas con 427 metas por alcanzar, para lo cual deberá hacerse una inversión por no menos de 142 billones de pesos durante los próximos cuatro años.

Así las cosas, lo primero que debe destacarse de la aprobación del Plan de Desarrollo Distrital es que, más allá del natural debate en el Cabildo y de aquellos artículos que se agregaron o hundieron en el trámite legislativo, al final de cuentas el proyecto logró salir adelante con unas mayorías suficientes, evidenciándose que hay altas coincidencias entre el Concejo y la Alcaldía sobre el rumbo que debe tomar la ciudad y las prioridades de gestión hasta más allá de 2027. Este es un elemento fundamental de cara a lo que será el control político que se le hará a la administración Galán y el futuro de los proyectos de Acuerdo que, en desarrollo de la norma marco, se presenten para implementar muchos de sus énfasis, metas y programas.

En segundo lugar, resulta positivo que en la nueva hoja de ruta la ciudad haya asegurado la continuidad de proyectos de alto calado que en la administración López quedaron en un segundo plano o que en la primera mitad del gobierno nacional de izquierda han sido  torpedeados, incluso bajo el polémico expediente de condicionar la financiación obligatoria de la Nación a que se ceda a las ópticas caprichosas de la Casa de Nariño, violentando no solo la autonomía distrital sino el mandato popular de octubre pasado, en donde el principal derrotado fue el candidato petrista.

En ese orden de ideas, debe ponderarse que en el Plan quedó aprobada la financiación para la terminación de la Avenida Longitudinal de Occidente (ALO) en todos sus tramos así como la confirmación de las dos líneas del Metro de Bogotá. Todo ello a la par de una ampliación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP), más ciclorrutas y desarrollo de la malla vial de la ciudad-región, en el marco de un concepto de integralidad, multimodalidad y desarrollo sostenible.

De igual manera, las apuestas para recuperar la seguridad y la convivencia ciudadana son otro de los énfasis principales del Plan. Hay metas puntuales como reducir a un dígito la tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes, incrementar -con recursos de la ciudad- el pie de fuerza en 2.000 policías adicionales, fortalecer la infraestructura y los servicios centrados en la justicia. También se dio base a la construcción de la Cárcel Distrital II y habrá un mayor accionar de los componentes policiales y militares, al igual que en ampliación de apoyos tecnológicos y capacidades de inteligencia.

A todo lo anterior debe sumarse lo aprobado en cuanto a salud, ambiente, equilibrio fiscal, vivienda, desarrollo social, turismo, espacio público, modernización urbanística, superación de la pobreza y apoyo a comunidades vulnerables, entre muchos otros flancos.

Obviamente, la administración no las ganó todas en el Concejo. Por ejemplo, perdió el pulso alrededor de la propuesta de cobro del alumbrado público, que debió retirar y la presentará de manera independiente así como en el caso de otros incentivos tributarios que tampoco recibieron visto bueno.

Por el momento, entonces, lo importante es relievar que la ciudad ya tiene una hoja de ruta cuatrienal. Una hoja de ruta moderna, ambiciosa pero realista en lo financiero. Ahora la clave es arrancar una implementación ordenada, sin improvisaciones ni saltos al vacío, muy distinto a lo que está ocurriendo con el Plan de Desarrollo del orden nacional y su caótica aplicación.