En cualquier país del mundo el sector financiero es pivote fundamental del desarrollo, en especial donde rige la democracia. Cosa diferente en aquellos regímenes con los medios de producción estatizados.
Desde el surgimiento de las repúblicas organizadas uno de los requerimientos básicos para avanzar en todos los órdenes era contar con una estructura bancaria fuerte que se proyectara como soporte del progreso. En toda obra monumental la financiación es definitiva para su realización. En esto quienes tienen la última palabra son los que proporcionan los recursos, generalmente provenientes de créditos que otorgan las entidades establecidas no solo con este fin sino para captar el dinero que depositan ahorradores o quienes tienen cuentas corrientes. En todos los casos el capital está disponible para su dueño. Es indudable que el sistema financiero refleja el desempeño de la economía. Cuando empezaron a surgir las diversas firmas bancarias en las naciones que luego se transformaron en potencias como Estados Unidos, Inglaterra, en especial en la revolución industrial, se experimentó prosperidad. Esta se afectó en 1929, por quiebra de las bolsas de valores. Después vino la recuperación. Son situaciones que suelen presentarse. Ahora aún soportan en países de la Unión Europea los efectos de la crisis que se inició hace más de dos años. En estas duras pruebas la banca ha sido factor positivo en la refinanciación de economías en dificultades, como el caso de Grecia, España y otras.
En EE.UU. donde prevalece la actividad privada, el Estado se vio en la necesidad de respaldar al conglomerado financiero, en momentos de la crisis hipotecaria. Esta estructura la tienen que preservar a toda costa, no puede periclitar porque sería la debacle para todos. Es la razón del empeño porque cada vez sea más solvente y disponga del capital suficiente para respaldar proyectos de toda índole. En naciones de alto desarrollo la mayoría de la población utiliza los servicios de las entidades financieras. Y más aún en la sociedad de consumo actual que en los países desarrollados la gente es compulsiva para adquirir toda clase de bienes. De manera que el comercio también depende del músculo de las entidades financieras que otorgan los créditos. Las mismas cadenas comerciales están ligadas a las organizaciones financieras; igual la industria, que requiere de préstamos para adquisición de maquinaria, insumos. En los proyectos urbanísticos, sean para vivienda, comerciales, de oficinas, hoteles, ahí están también quienes proveen los recursos para su ejecución. En el transporte, los vehículos, para servicio público o particular, generalmente son financiados por los organismos crediticios.
Es una realidad incontrastable que el sistema bancario es la base de las economías en las naciones desarrolladas y en vía de desarrollo. En muchas partes suelen ser cuestionado porque cobra por todo. Es posible que en ocasiones se extralimiten, no obstante la actividad bancaria es un negocio y como tal tiene que generar utilidades. Cuando éstas son grandes es también muestra de que el país progresa. Desde luego que es importante la vigilancia del Estado, para eso existen las superintendencias respectivas.
En Colombia la banca ha alcanzado notables avances y se perfila como una de las más organizadas y fuertes de la región. De hecho tiene presencia en varios países. Hay que mencionar las conclusiones de reciente estudio del Banco de la República en las que destaca a los bancos locales tan eficientes como los extranjeros. Buena sugerencia que inviertan en tecnología para ir a la vanguardia en modernidad. Clave avanzar para estar en capacidad de competir con los foráneos que llegan al país. Es tarea de los bancos locales ahora atraer cada vez más clientes con estrategias novedosas y estímulos con buenos servicios, no tan costosos, y así asegurar larga relación con los usuarios, lo cual repercute en más ganancias para el sistema financiero doméstico y crecimiento.