* Más cerca de meta de un solo dígito
* Los retos a corto y mediano plazos
La posibilidad de que Colombia pueda volver a una tasa de desempleo de un solo dígito parece cada día más viable, lo que sin duda constituye una buena noticia para el país, sobre todo porque comprueba que se reduce a un ritmo más rápido la brecha entre las altas tasas nacionales de crecimiento económico (un histórico 10,7% en 2021 y el 8,5% en el primer trimestre de este año) y los principales indicadores sociales: niveles de desocupación laboral y pobreza.
Según el DANE la tasa de desempleo cerró mayo en 10,6%, el indicador más bajo este año, confirmando que la reactivación productiva sigue adelante y demanda una mayor cantidad de mano de obra calificada y no calificada.
Es claro que el país dejó atrás el duro coletazo de la pandemia en el mercado laboral. Como se recuerda, en mayo de 2020 la tasa de personas sin trabajo superó el 20% y desde entonces comenzó una sostenida curva de descenso, sobre todo a partir del segundo semestre del año pasado, cuando la crisis sanitaria disminuyó en intensidad y se reactivaron los últimos sectores productivos que venían trabajando a media máquina, como turismo, restaurantes, ocio y entretenimiento.
De hecho, en los primeros cinco meses de este año el desempleo cayó en forma sustantiva, ya que en enero era del 14,6%. Una evolución crucial, más aún en circunstancias macro y micro complicadas por cuenta de la escalada inflacionaria, la escasez internacional de materias primas, el cuello de botella en el comercio global, la disminución de la oferta de alimentos y agroinsumos así como la disparada del precio de los hidrocarburos y la apreciación del dólar, todo ello derivado, en su mayor parte, del coletazo mundial por la invasión de Rusia a Ucrania y, en menor medida, por la incertidumbre propia de la campaña electoral y el cambio de gobierno a nivel local.
Visto lo anterior, es evidente que el menor número de personas sin trabajo ratifica la fortaleza del aparato productivo interno, sobre todo en sectores como comercio, industria, manufactura, turismo, entretenimiento y agroindustrial. De hecho, de mayo del año pasado al reciente la población ocupada aumentó en cerca de un millón de plazas.
Sin embargo, no es momento de lanzar las campanas al vuelo, ya que todavía hay muchas señales de alerta. Por ejemplo, si bien hay un mayor volumen de contratación de hombres y mujeres, la brecha entre unos y otras continúa siendo muy alta, al igual que entre el desempleo urbano y rural. A ello debe sumársele el aumento de personas que viven del llamado ‘rebusque’, es decir en la franja de la informalidad laboral.
También preocupa el impacto que pueda tener en la oferta y demanda de trabajo el fin del estado de emergencia sanitaria a partir de hoy así como la incertidumbre en torno a qué pasará el próximo año con programas activados para enfrentar el coletazo pandémico, como el subsidio a la nómina, los apoyos a las empresas y los incentivos para emplear mujeres y jóvenes.
Igualmente falta por establecer cuáles serán las reformas laborales, pensionales, del régimen de cesantías así como el ajuste tributario que el gobierno electo llevará al nuevo Congreso en el segundo semestre. Es obvio que esas iniciativas tendrán un efecto sobre la generación de empleo. Con una masa poblacional de 22,2 millones de colombianos con trabajo y 2,7 millones desocupados, cada medida debe ser sopesada en todos sus flancos.
Hay retos inmediatos y de mediano plazo con altas implicaciones, empezando por mantener el ritmo de crecimiento económico como principal jalonador de empleo. También urgen más medidas de choque para atajar la inflación, hoy por hoy -no solo en Colombia sino en todo el mundo- el mayor enemigo de la capacidad adquisitiva de los hogares, por más que el consumo continúe alto. De hecho, ayer el Banco de la República volvió a reajustar sus tasas de interés con el objetivo de controlar el costo de vida. De otro lado, en octubre debe comenzar la negociación del alza salarial de 2022, que será difícil. También debe aclararse si se prorrogarán los subsidios a la nómina y empresas así como vislumbrar el impacto de la reducción de una hora en la jornada laboral…
De todo ello dependerá la posibilidad de que Colombia pueda cerrar este año con una tasa de desempleo de un solo dígito, sin duda un hito en medio del agitado escenario pospandemia, las consecuencias globales de la guerra en Ucrania y la expectativa por las reformas del nuevo gobierno.