Si algo ha quedado claro en los distintos debates y análisis, sobre los recientes casos de asesinatos de hinchas de equipos de fútbol, es que esta clase de violencia es muy compleja y tiene distintas causas y características que deben ser esclarecidas de manera puntual, pues, de lo contrario, se corre el riesgo de aplicar correctivos que por su propia generalidad terminan siendo poco eficaces.
De entrada hay expertos que distinguen tres tipos de fenómenos violentos. En primer lugar, el típico ‘barra brava’ que se caracteriza por ser un hincha extremo, que no controla su apasionamiento por un equipo, y que tanto en las tribunas, como en los campos de entrenamiento o en los viajes, termina incurriendo en la agresión al aficionado rival, la destrucción de escenarios e incluso insultos y ataques a su propio club en caso de considerar que éste no rinde lo suficiente. Estos ‘barras bravas’ tienden a explotar, principalmente, en la antesala, durante o después de los encuentros deportivos.
Hay un segundo tipo de desadaptado que se caracteriza por actuar estilo ‘combo’. Es decir, grupos de jóvenes que utilizan su afición por determinado equipo como símbolo de inclusión y exclusión social, pero no en las tribunas de los estadios y otros escenarios relacionados con el fútbol, sino en sus propios barrios y demás sitios públicos. La característica principal de este grupo es que considera a todo aquel que no comparte sus colores como un potencial enemigo, llegando al punto, abiertamente criminal, de verlo como una especie de ‘blanco legítimo’ por actuar en presunta actitud desafiante. Paradójicamente este tipo de hincha desadaptado asiste con menos frecuencia al estadio que el ‘barra brava’, que tiende a ser muy constante.
Una tercera tipología dentro de este fenómeno de violencia se refiere a las pandillas que tienen como principal símbolo de pertenencia, identificación y, también de exclusión, su preferencia por determinado equipo o colores. La diferencia con el hincha desadaptado estilo ‘combo’-cuyo móvil principal para delinquir es atacar al rival por el solo hecho de serlo- es que en este tercer grupo hay un componente delincuencial permanente totalmente ajeno a la preferencia deportiva. En otras palabras, son pandillas que se dedican al microtráfico y otros delitos de alto impacto zonal y que usan camisetas, gorras y diversos elementos distintivos no sólo para marcar su inclinación por tal o cual club, sino para demarcar ‘territorio’ y advertir a las bandas delincuenciales rivales de no invadirlo, so pena de responder violentamente. Los de este grupo son los que menos van al estadio e incluso tratan de marcar visibles ventajas con los ‘combos’ o los ‘barras brava’, a los que ven más como ‘clientes’ para drogas, ventas de objetos robados o incluso armas.
Es más, algunas investigaciones han definido una clasificación más amplia de los hinchas violentos en el fútbol. Es por esto que antes de poner en marcha los correctivos, para acabar de una vez por todas con estos desadaptados y criminales, es necesario definir las medidas específicas para atacar cada tipología, aumentando así la eficacia y evitando caer en el facilismo de mecanismos de control general, superficial y, por obvios, fácilmente esquivables.