Cada quien, según su visión de la situación política y de los avances de las conversaciones de paz en La Habana, se forma su propia opinión sobre la postura de ambos bandos en relación con los temas que se han planteado, en lo que tiene que ver con la propiedad y la economía. Lectura que depende de los que dejan conocer al público los negociadores. Siempre teniendo en cuenta los comunicados de las partes y lo que se conoce como el correo de las brujas... No faltan en los círculos políticos y sociales, elementos que afirman que el acuerdo existe y que lo de las conversaciones es apenas un espejismo para distraer a la opinión pública. Fenómeno similar se ha dado en otras conversaciones con alzados en armas. Y siempre existe la preocupación del peligro de equiparar en unas conversaciones a los voceros de los alzados en armas con los representantes del Gobierno. Así como las quejas sobre el lugar de la reunión, particularmente en La Habana, que no es precisamente territorio neutral, razón por la cual los negociadores de la subversión se sienten más tranquilos. Lo que, a su vez, es apenas previsible en estos casos y podría darse a la inversa. Se alega que los voceros del Gobierno están sujetos a las reglas de juego de La Habana, en realidad ellos tienen instrucciones precisas del Gobierno sobre cómo proceder, sin que tengan poderes para ir más lejos del marco trazado por el presidente Juan Manuel Santos. Y, claro, se dice que las negociaciones de paz van a influir en las próximas elecciones, es evidente. Como lo es que no cuentan con el apoyo popular y que el país casi de manera unánime no quiere más violencia. Por tanto, el tema de las negociaciones no va a secuestrar las elecciones, por lo menos a la manera de lo que ocurrió cuando Andrés Pastrana quiso hacer la paz o cuando se votó por Álvaro Uribe por la guerra sin cuartel. Los tiempos cambian y la sociedad algo aprende de las frustraciones.
Como es apenas natural, los medios comparan estas conversaciones con las Farc con otras que distintos gobiernos han tenido con el grupo subversivo en los últimos años. Desde los primeros tiempos del ejercicio terrorista de las Farc al mando de Tirofijo se hicieron aproximaciones entre los políticos, los gobiernos y se buscaron contactos en el exterior. Entre los primeros que busca a las Farc para la distensión se cuenta Otto Morales Benítez, quien, como alto comisionado de paz del gobierno de Alberto Lleras, consigue que las guerrillas liberales se desmovilicen sin exigencias estrambóticas a cambio. Otros sectores de la guerrilla se salen de las manos del control político de sus creadores y evolucionaron al estilo demoniaco y cruel del famoso Sangrenegra. Por esa vía se produce una delirante orgia de sangre en el país, que dejó el luto en miles de hogares por cuenta de unos bárbaros sin escrúpulos que sentían placer matando a las personas inermes. La creación de esas guerrillas sería uno de los errores estratégicos más deplorables que cometió la oposición de un sector político contrario al conservatismo, que nunca pensó que se degenerara en bandas armadas que ensangrentarían el país, ni que, cuando se perdió el control de éstas dieran muestras de una crueldad homicida casi que impensable para una persona civilizada y en sus cabales... Según los expertos Tirofijo, inicialmente, perteneció a ese sector campesino ligado a la violencia, que después recibió entrenamiento de los revolucionarios cubanos que pretendían incendiar de punta a punta el continente. El Che Guevara cayó en el intento y la expansión revolucionaria de Cuba se fue apagando fracaso tras fracaso... Las Farc siguieron inmutables, aún después de la caída de la cortina de hierro y del muro de Berlín. Y de los numerosos acercamientos y conversaciones de paz que se le atribuyen, dicen los expertos que Tirofijo solía salir fortalecido. En particular, le interesaba el alto el fuego para al amparo del mismo extender los frentes subversivos. Y cuando mermó la ayuda de Cuba, con el impuesto al gramaje se financiaron los subversivos, lo mismo que efectuando más secuestros, boleteos y con las consabidas pescas milagrosas... El fortalecimiento del Ejército, la Armada y la Policía, dificultan cada vez más estas acciones y los logros en seguridad van en aumento. No quiere decir por eso que se puede bajar la guardia, las fuerzas subversivas no se miden por su número sino por la capacidad de golpear a la sociedad en un momento dado. Las Farc lo saben y, seguramente, entienden que pueden estar viviendo la última oportunidad de una paz negociada. Y el ejemplo de otros países de Hispanoamérica en donde las izquierdas llegan al poder por la vía electoral es tentador.