* Lógica de la campaña “Madrúgale a la Navidad”
* Reactivación económica es un plan de doble vía
Ya está en marcha la estrategia de reactivación social y económica de Colombia para tratar de superar el efecto recesivo y empobrecedor de la pandemia. De hecho, desde septiembre pasado, cuando se tomó la decisión de prender el sistema productivo casi en su totalidad, los informes sectoriales han ido evidenciando una retoma de los ritmos empresariales, industriales, comerciales y de distintos rubros de generación de productos, bienes y servicios más rápida de lo esperado. De hecho, tras la dura caída en abril, el mes más crítico en materia económica debido a la cuarentena estricta a que se acudió para tratar de frenar la curva de contagios y decesos por el coronavirus, en los últimos tres meses se ha logrado reactivar no menos de 3,5 millones de empleos, en tanto que los informes del Gobierno, el Banco de la República, los entes multilaterales y entidades privadas han empezado a replantear sus estimaciones sobre el retroceso del Producto Interno Bruto este año. Hacia junio pasado se hablaba de una caída no menor al 8% pero ahora, visto el dinamismo progresivo del sistema productivo, ya calculan que el coletazo recesivo no sería tan drástico (el promedio sería de un -6%) en tanto se reajustan al alza los pronósticos para 2021.
Ahora bien, la definición básica de un ciclo económico dinámico es la interacción entre la oferta y la demanda. Como se dijo, la primera ha logrado retomar poco a poco sus ritmos pre-pandemia, pero no ha ocurrido lo mismo con la capacidad de consumo de los hogares. Y ello es apenas obvio, ya que los ingresos de muchas familias se han visto fuertemente golpeados por los efectos recesivos de la cuarentena, el aumento del desempleo, las rebajas salariales y la priorización de gastos impuesta por la crisis sanitaria. De hecho, para muchos expertos esta es la principal razón de que la inflación se encuentre controlada, a tal punto que el último dato sobre el Índice de Precios al Consumidor (IPC), dado a conocer el miércoles pasado, señala que el costo de vida decreció 0,06% en octubre y en lo corrido del año apenas si llega a 1,38%. En otras palabras, las familias no tienen mayor margen de acción para gastar y mientras ello no se revierta el comercio y el sector real de la economía no levantarán cabeza.
Es claro, entonces, que la estrategia de reactivación estará coja hasta que el consumo de los hogares empiece a mostrar síntomas más positivos. Y en ese orden de ideas resulta lógica la campaña “Madrúgale a la Navidad y Compra lo Nuestro” lanzada esta semana por el Gobierno para, de un lado, impulsar la capacidad de compra de los hogares este fin de año y, de otro, reducir el riesgo de aglomeraciones de personas en diciembre para las tradicionales festividades de navidad y año nuevo. Como se sabe, Colombia se encuentra en un momento epidemiológico muy delicado, ya que en algunas regiones ha aumentado de forma sustancial el número de contagios y decesos por el Covid-19 y los expertos no han dudado en advertir que podría ser el puntal de una segunda ola de la pandemia. Vista la crisis en Europa por esta circunstancia, que hoy tiene otra vez en cuarentena y limitaciones drásticas a la población de muchos sus países, es urgente evitar que el aumento de la cantidad de personas en las calles y los comercios en este final de 2020 se convierta en un disparador de los casos positivos de la enfermedad viral en Colombia.
Así las cosas, la referida campaña tiene cuatro componentes clave: Día sin IVA (21 de noviembre), Black Friday (27 al 29 de noviembre), Campaña Gran Finde (20 al 22 de noviembre) y pago anticipado de la prima para funcionarios públicos y algunos del sector privado. Las tres jornadas de rebajas y promociones y la posibilidad de que una parte de los trabajadores pueda recibir en este noviembre la mesada salarial extraordinaria que tradicionalmente se cancela en diciembre, deberían llevar a que en las próximas semanas millones de colombianos, cumpliendo estrictos protocolos de bioseguridad y distanciamiento social, anticipen sus compras navideñas y, de esta forma, no solo ahorren dinero y empujen el dinamismo productivo y comercial, sino que eviten las aglomeraciones que siempre se ven en diciembre y que en esta difícil coyuntura sanitaria constituyen un riesgo muy alto de contagio.
Obviamente estas cuatro estrategias tienen sus ventajas y desventajas. Pero mientras no se descuide la bioseguridad y las familias sepan priorizar sus gastos e inversiones, se trata de una iniciativa plausible que debe ser apoyada. Ante crisis graves hay que apostar por la audacia. Los comerciantes y demás renglones de bienes, productos y servicios tienen una nueva oportunidad de levantar cabeza. Las autoridades y superintendencias deben vigilar que no haya abusos ni engaños al consumidor. Todo ello porque la reactivación pospandemia es una tarea de todos.