En la mayoría de países de Europa desde la posguerra ha venido un proceso de disminución de la natalidad drástico. Las parejas prefieren no tener hijos, si acaso uno. Esta inclinación se ha incrementado en los últimos años y se dan casos de naciones donde la escasez de unidades para el servicio militar obliga a que se aliste a extranjeros. Son en general países con buenas garantías sociales para los trabajadores. Durante la crisis económica, de la que ahora están apenas saliendo, se experimentó situación dramática, como ocurrió en España, y más duro para gente acostumbrada al estado de bienestar.
Como contraste están naciones africanas de las cuales miles deciden emigrar aun arriesgando su vida en el mar. Muchos mueren en el intento, no obstante el éxodo continúa hacia Italia, en especial y España, entre otras.
Ahora hay restricciones para el ingreso de inmigrantes. Los locales protestan porque dicen que les quitan empleos. Los empresarios suelen pagar salarios bajos a inmigrantes y más si son indocumentados.
Quizá en algunos años flexibilicen las políticas migratorias, a medida que hay menos nacimientos y por consiguiente disminuye el personal en edad y condiciones de laborar.
En las naciones donde la natalidad llega a tasas críticas, los programas de empleo priorizan a los pocos jóvenes que hay. Además es indispensable que entren en la nómina para aportar a la seguridad social. La pirámide se ha invertido. Hace unas décadas la proporción de personas trabajando era alta respecto a los jubilados. Es un problema que están afrontando sociedades avanzadas, donde la esperanza de vida ha aumentado y el número de ancianos crece. Se debe aclarar que el mundo va hacia una situación en donde el número de personas mayores será muy grande.
Colombia no escapa a esa proyección que ya no es del futuro lejano, sino de ahora. Y proporcionalmente el envejecimiento se está dando más rápido.
Es urgente que se adopten políticas enfocadas a la juventud. Es imperativo aprovechar la energía de los jóvenes para el desarrollo del país. Se está desperdiciando la fuerza de la juventud. Se requieren programas de formación y educación y dar oportunidad a tantos jóvenes de sobresalir, de progresar y canalizar esa fortaleza en actividades de todo orden en las que se pueda vincular a los jóvenes. Es algo que se ha debido comenzar hace tiempo. Aún se puede y hay que hacerlo. Con proyectos educativos de donde salgan profesionales, también técnicos se lograría avanzar en el progreso nacional. En las ciudades muchos jóvenes están en la delincuencia. Eso tal vez no habría pasado si los jóvenes hubieran logrado educarse y prepararse para los retos de la vida. Se pueden rescatar, sacarlos del submundo oscuro del crimen y hacer que se reintegren a la sociedad como personas productivas y encuentren el camino recto.
Tener en primer plano a la juventud para edificar el presente y el futuro del país es tarea impostergable. El empleo para este amplio núcleo de población es la ocasión para crear condiciones de paz y seguridad. No permitir que sigan en las calles vagando o delinquiendo y para eso se requiere ofrecerles buenos empleos para una vida digna. Y que sea en todas las ciudades, en especial donde es mayor la falta de trabajo. En la capital de la República es donde se dan más posibilidades de que jóvenes hallen ocupación. Entonces el empleo se debe impulsar de manera integral, es decir, en todas las ciudades, para que todos tengan opción de vincularse en proyectos de la industria, la banca, el comercio. No puede tampoco ser el Estado el mayor empleador. Debe sí facilitar la formación de los jóvenes en las diversas profesiones y tecnologías.
Los jóvenes son motor de grandes realizaciones. Una muestra el desempeño extraordinario de la Selección Colombia en el Mundial de Fútbol Brasil -2014.