El 2014 que se inicia mañana será uno de los años más intensos en materia electoral en Latinoamérica. Colombia está en plena campaña, con multiplicidad de listas para Cámara, Senado, y Parlamento Andino que requieren un tarjetón de grandes dimensiones, en el que quepan todas. El marzo se realizará la primera jornada que corresponde a las legislativas. Luego irá la primera vuelta para Presidente de la República el 25 de mayo. Del resultado de esta última dependerá si hay necesidad de una segunda ronda en junio.
Estos meses que faltan serán aprovechados por los diversos grupos y candidatos a los cuerpos colegiados para hacer proselitismo. Y no pierden tiempo. Ya hay profusión de vallas en las ciudades y poblaciones. Por las carreteras los viajeros ahora advierten en el paisaje la propaganda política, en piedras, barrancos, árboles; cuanto espacio haya lo usan para promover a los aspirantes a cargos de elección popular. En los medios de comunicación televisivos y radiales tienen espacio todos los candidatos.
Ha sido la constante en época preelectoral que los políticos desplieguen actividad en sus áreas de influencia, donde buscan el favor de la gente. No faltan las promesas y la manipulación para atraer votantes. Las campañas aquí suelen ser de alto costo. En esta, como en todas, aunque caras nuevas buscan el favor de potenciales votantes, los nombres de veteranos políticos están encabezando las planchas. Y los integrantes de familias tradicionales en la política también.
En el resto de la región, igual, se aprestan a efectuar comicios para Presidente de la República en Brasil, Costa Rica, El Salvador, Bolivia, Panamá. Presidenciales y parlamentarias en Uruguay en octubre; si hay segunda vuelta será en noviembre. En varios naciones latinoamericanas, entre ellas Colombia, los gobernantes buscan repetir período; otros no.
Es el panorama de este año electoral agitado. Todos los que aspiran a conquistar curul o presidencia se esfuerzan en demostrar su poder de convicción sobre las masas. Algunos son favorecidos y triunfan. Es el ejercicio de la democracia, sistema en el que funciona el libre albedrío de cada quien para elegir al personaje de sus preferencias. Como toda obra humana puede tener fallas, pero garantiza el bien supremo de la libertad. Los votantes son autónomos para sufragar por quien quieran, y si se dejan convencer de los políticos es cuestión de su autonomía para obrar de acuerdo con lo que piensen. El ciudadano frente a la urna o la máquina digital ejerce su derecho de elegir o ser elegido, privilegio del régimen democrático.