Homenaje a un pensador profundo
Sergio Arboleda Pombo nace en Popayán, del matrimonio de su padre con una dama cartagenera, en una familia procera que se distingue por profesar los valores cristianos, la devoción por la cultura y un amor entrañable por Colombia. Recibe una educación esmerada en su patria chica y en Europa; lo mismo que su hermano Julio Arboleda, el poeta soldado, que al decir de Miguel Antonio Caro, si Bolívar no nos hubiese dado la libertad él la habría conquistado.
Don Julio se destaca como humanista y como uno de los políticos más combativos y combatidos de su tiempo, vivió en acre olor a pólvora y se destacó como hombre de Estado en medio de las más recias tormentas políticas y cayó asesinado en la misma zona de Berruecos donde abatieron al noble mariscal Sucre. Sergio Arboleda fue un hombre de libros, de códigos, que dedica gran parte de su tiempo al análisis de nuestras instituciones y en la búsqueda de fórmulas para el buen gobierno. La importancia de sus escritos y opiniones, lo colocan a la altura de Caro, Uricoechea, los Cuervo y los más destacados estudiosos de nuestro devenir y en procurar las fórmulas para construir una República estable y que consiga el orden dentro de la democracia en el país. Arboleda se obsesiona por elevar la condición humana de los colombianos, para que nos redima entre los pueblos. La norma de Arboleda era que todo se debía sacrificar por la patria.
Por lo mismo el nombre de Sergio Arboleda fue escogido por Álvaro Gómez y Rodrigo Noguera Laborde, hace 30 años, para la Universidad y rendir honor a uno de los pensadores más originales y profundos de nuestra historia, por desgracia apenas conocidos sus escritos y propuestas por la elite de la cultura. Desaparecidos los fundadores, el exmagistrado Rodrigo Noguera Calderón asume la dirección del claustro y dedica con pasión su inteligencia y creatividad a expandirlo.
El homenaje que se le rinde a Arboleda, arquetipo cultural de tan grandes quilates, es un aliciente para la Universidad que lleva su nombre, en cuanto a la formación humanista y de defensa de nuestros valores. Los fundadores fueron dos hombres públicos que se destacaron a la largo de la vida profesional, académica y política, por creer en la capacidad de nuestras gentes y que el porvenir dependía de brindar la mejor educación posible a la juventud, no solamente en cuanto a conocimientos, sino en valores morales.