Bogotá en la conmemoración de los 475 años de su fundación por Gonzalo Jiménez de Quesada, con la colaboración de los hazañosos guerreros Alfinger y Belalcázar, este último le explicó al primero e improvisado hombre de armas, puesto que en realidad era abogado y letrado, cómo se fundaba una ciudad. Algunos sostienen que Jiménez tenía algo de la sangre del pueblo elegido, Belalcázar, de moro y, como se sabe Alfinger era alemán. En cierta forma conformaban por separado partes del torrente sanguíneo de la hispanidad, al que se van a sumar los nativos del Nuevo Mundo. Y lo primero que hizo el Adelantado al fundar a Santa Fe de Bogotá es ordenar levantar 12 chozas en honor a las famosas tribus de Israel, como consta en la primera edición de la Historia de la Nueva Granada, de Juan de Castellanos, pero que ya en la segunda se corrige, para establecer que la referencia es por los 12 apóstoles, en agradecimiento por haber llegado con vida a las montañas a 2.500 metros de altura en donde encontraron una tierra y un clima benignos, que los salva de las penurias que habían sufrido. Se produce un cruce de sangres maravilloso, crisol de la raza cósmica que vislumbró con genial perspicacia Vasconcelos, para esta zona tropical.
España, por largo tiempo había sido uno de los lugares más cosmopolitas de Europa y de mayor compenetración y tolerancia con los distintos credos y razas. Por siglos venían cruzando su sangre con distintos pueblos desde tiempos inmemoriales, con fenicios, godos y romanos, dando tres emperadores: Adriano, Trajano y Teodosio. César consolida el dominio de Roma y allí tuvo un sueño premonitorio sobre su papel como conquistador. Si bien los vascos se mantenían díscolos. Apenas la guerra de liberación, los compromisos con el Papa, la necesidad de unificar el país en cuanto a su soberanía y en el aspecto espiritual, determina a los reyes católicos Isabel y Fernando, a tomar la decisión meditada por largo tiempo de expulsar a los de la estirpe bíblica y de la población musulmana, que no se incorporaran a la religión católica, pese a que por siglos habían convivido con los nativos ibéricos. Este hecho es trascendental para entender lo que ocurrirá en el denominado Nuevo Mundo, para los europeos que arribaban y milenario para los antropólogos que estudian la genealogía de estas regiones.
Las ordenanzas municipales dictadas por la monarquía van a establecer la planificación en torno de la Plaza Principal, la Iglesia, el Ayuntamiento y las casas de los vecinos. Son las ciudades cuadriculadas, diferentes a las de España y que crecen como espuma. La madre de Carlos V, Juana la Loca, divagaba al conocer las noticias sobre los ríos en Santa Fe de Bogotá, que es una depresión lacustre, sueña con convertirla en una Venecia. En la Europa española las poblaciones se habían conformado sin prisa, según fuesen asentamientos militares, comerciales o administrativos, lo que determinaba una homogeneidad evolutiva armónica, aun en calles serpenteantes. Los Austria españoles, influidos por Felipe II, desdeñan la ostentación, sus castillos no rivalizan con los mas fastuosos de Europa, El Escorial es más imponente por su austeridad monacal. En Hispanoamérica se construirán iglesias monumentales y fortalezas, pocos castillos a la europea, apenas casonas confortables y monasterios. Bogotá es un ejemplo típico, nunca tuvo un verdadero palacio virreinal, el Congreso por mucho tiempo se reunía en el Convento de Santo Domingo, que demolieron por disposición de la logia. Y el 9 de abril las turbas incendian buena parte de la ciudad histórica, desde entonces se perdió el hinterland citadino y la urbe crece y se desarrolla sin armonía, aupada por el crecimiento de la población y los barrios de invasión. Pocos entendieron la trascendencia y conveniencia de construir la circunvalar, hombres talentosos por cuestiones de política localista, rechazaron los fondos del BID que había conseguido en su momento Carlos Albán Holguín, alcalde que adelantó el concepto macro de Chingaza, sin el cual los bogotanos no tendríamos agua.
Bogotá es una de las ciudades más alejadas del mar en el mundo, quizá por lo mismo no se percata de lo que significa perder 75 mil kilómetros de mar en zonas donde los expertos sostienen que existen cuantiosas reservas petroleras. Pocos alcaldes han sido verdaderos cosmopolitas, con noción de lo que debe ser una gran ciudad, con una mentalidad abierta como la de Fernando Mazuera Villegas, que había afinado su buen gusto urbano en París, al que por modernizar la ciudad y hacer los puentes de la 26 tildaban de loco. Augusto Ramírez y Aníbal Fernández de Soto promovieron el civismo y las ciclovías. Virgilio Barco hizo vías amplias y desarrolló varias zonas. Jorge Gaitán Cortes, un organizador. Andrés Pastrana, abierto al cambio y de notable sensibilidad social. Juan Martín Caicedo Ferrer, notable planificador al que no dejaron gobernar. Jaime Castro, que hizo la reforma administrativa. Enrique Peñalosa un ejecutor resuelto. Antanas Mockus, un pedagogo que revivió el civismo. Luis Eduardo Garzón, quien gobernó sin ruido ni sectarismo. Varias de las administraciones, con pocas excepciones, han pecado por parroquiales, provincianas, signadas por la presión de politiqueros de barriada, pobres en imaginación para las grandes y positivas ejecutorias, más preocupados por enriquecerse. La miopía y la incapacidad determinan que no se tome la decisión de construir el Metro, como lo tienen las grandes ciudades del mundo. Abandonamos el Tren, que es una alternativa barata para movilizar miles y miles de viajeros por la urbe y la vecindad. No tenemos transporte elevado, ni vías subterráneas. El Transmilenio es una solución pasajera, en cuanto tiende a saturarse, provoca desplazamientos y muchos vehículos en otras zonas. Sin consultar a los bogotanos se pretende ampliar el aeropuerto, congestionar Madrid, en ambos casos sin nuevas vías, lo que es absurdo. A sabiendas de que es una medida muy costosa y transitoria, cuando en el mundo entero los grandes aeropuertos se construyen fuera de las ciudades.
Estamos en la cuenta regresiva, ad portas de las elecciones por la revocatoria o la continuidad del alcalde Gustavo Petro, que puede dilatarse por los recursos legales que interponen sus agentes, lo que determina una cierta interinidad y parálisis contraproducentes. En tanto se investiga el carrusel de contratación y a los concejales que se dedicaron más a los negocios que a servir a la ciudad, sin que aparezcan caras nuevas dispuestas a jugársela por Bogotá, con garra para provocar un terremoto político promoviendo opciones urbanas inteligentes y fórmulas para impulsar el desarrollo y la humanización de la capital.
Pocos alcaldes han sido verdaderos cosmopolitas, con noción de lo que debe ser una gran ciudad