Muy preocupante la inclinación a la violencia de personas y grupos seguidores de equipos de fútbol, en los que predomina la agresividad hacia quienes luzcan alguna divisa del onceno contrario. Muchas son las víctimas, lo que ha obligado a controles y restricciones en estadios y alrededores de estos escenarios deportivos. Sin embargo, en el país proliferan individuos desadaptados que pueden agredir a cualquiera sin causa alguna. Es una generación de sujetos que no respetan ninguna norma de convivencia. Esto se comprueba en homicidios por cuestiones sin mayor importancia. El caso de quien arrojó por la ventana de un edificio a un vecino porque éste le hizo reclamo por ruido, música a alto volumen que perturbaba el sosiego del conjunto es diciente de la actitud demencial al privar de la existencia a un semejante por algo sin mayor trascendencia. Además nadie puede atentar contra la vida de otro bajo ninguna circunstancia.
El caso más reciente ocurrido el fin de semana en el que fue golpeado de manera salvaje por dos jóvenes ‘punkeros’ un estudiante de biología de la Universidad Jorge Tadeo Lozano es el reflejo del comportamiento absolutamente arbitrario y con tendencia criminal de ciertos desadaptados en los que se mezcla lo contestatario, el anarquismo y el resentimiento social, que niega toda autoridad y quien lo practica se cree con la atribución de atacar a los demás sin ningún motivo. Los responsables de esta perversa acción no expresaron remordimiento, al contrario, se ufanaron. Antes de proceder al ataque anunciaron que querían ‘ver sangre de gomelo’. Después de consumado el hecho, los familiares de los agresores insultaron al padre del joven herido y gritaron que ‘eso les pasa por ser burgueses’. Lo más grave es que el grupo familiar secunde estos actos violentos y los justifique. Es inadmisible en estos tiempos de civilización se insista en la lucha de clases. Quizá en esto influyen políticos extremistas, especialmente de izquierda, que no disimulan el resentimiento social. Es una tendencia generadora de intranquilidad, que no debe dejarse prosperar ya que puede llevar a desencuentros funestos.