*Organismo inoperante y caduco
*¿Vendrá un entierro de tercera?
El comandante Hugo Chávez, después de participar en un sangriento golpe militar contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, fue capturado y llevado a prisión. Allí era visitado por amigos y admiradores, que veían en él una posible carta política a jugar, un títere inexperto en política al que podrían manejar. Ello hasta que, de manera sorpresiva, el presidente Rafael Caldera resuelve amnistiarlo, con la idea de que no convenía a la democracia hacer del golpista una víctima. Chávez, al volver a las calles, encontró que las gentes del pueblo lo veían en algunos casos como un héroe del combate contra los politiqueros corruptos. Así que acepta la propuesta de varias organizaciones de izquierda y de elementos nacionalistas para aspirar al poder. Hace campaña contra las dos grandes fuerzas políticas que se alternaban en el poder venezolano de manera hegemónica y las derrota. En ese momento Chávez figura como un nacionalista confuso que desafía la corrupción y la mezquina politiquería de campanario. Apenas sus más íntimos conocían de su admiración por el comandante Fidel Castro y la lucha de clases. Elegido Presidente de la República, al juramentarse en la Asamblea Nacional desconoce la Constitución vigente. Y a partir de ese momento se dedica a horadar las instituciones de la democracia y aumentar su influencia en las Fuerzas Armadas, desatar la lucha de clases y organizar milicias, a la cubana, con sus seguidores de base.
En lo externo, el muevo mandatario se declara admirador de la revolución cubana. En Brasil, con el comandante Fidel Castro y Lula, organiza el Foro de San Pablo, en el cual la izquierda se compromete a abandonar la lucha armada y buscar el poder por la vía electoral, como lo había hecho en Venezuela y Nicaragua. Eso cambia la geopolítica en la región y con la generosa chequera de Chávez de por medio, llegan al poder varios ex guerrilleros y otros candidatos de izquierda que hoy gobiernan varios países latinoamericanos.
Ante unos Estados Unidos que dejan hacer, el comandante Chávez intenta luego apoderarse de la OEA. Aunque hace publicó su rechazo al Secretario General, José Miguel Insulza, sin conseguir desbancarlo del cargo por la presencia de otros países, que fuera de la órbita de la izquierda, defienden la vigencia de la organización continental. Es allí cuando resuelve crear la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur). Allí no tienen cabida los Estados Unidos ni Canadá como tampoco otros países adversos a la izquierda. Para fortalecer la nueva entidad antiimperialista, el líder venezolano se muestra generoso con la chequera del petróleo. A partir de ese momento da rienda suelta a su visceral crítica a Washington y se dedica a fortalecer sus relaciones con gobiernos de facto, satrapías, dictadores y populistas de toda laya.
Como se ve, la Unasur es fruto de la aventura populista y hasta el momento no ha conseguido desarrollar una doctrina de fondo ni superar su anacronismo en un mundo globalizado, en el que la libre competencia invita al realismo político. Los expertos consideran que esa institución, a partir de la muerte del presidente venezolano, está de capa caída y carece de norte. Su creación habría tenido algún sentido en tiempos de la Guerra Fría, pero superado ese esquema bipolar es claro que el mundo cambió e insistir en ese discurso anacrónico concita a la involución imposible. Y como si fuera poco, la desastrosa crisis económica de Venezuela determina que los fondos no fluyan como antes a la Unasur y que la organización se convierta en un mascarón de proa. Los objetivos del ente se reducen a favorecer un antiimperialismo verbal, que carece de sustancia y se repite de memoria sin atender a su significado.
Varios expertos internacionales consideran que el elegir como Secretario de la organización a un expresidente de Colombia, como es el caso de Ernesto Samper, es como darle un entierro de tercera a un ente que en estos momentos hace agua. Es un intento fallido por hacer sonar de nuevo un organismo que no ha sido capaz de afrontar con políticas propositivas los problemas regionales. No faltan los que suponen que al quedar en Quito la sede alterna de Unasur, eso ya de por sí es una demostración de ese cierto aislacionismo que caracteriza el organismo. Un ente que, después del documento que firmaron varios jefes de Estado en 2008, cuando se inaugura con un sartal de buenas intenciones y objetivos, no ha conseguido concretar sus metas de mediano y largo plazos.
Al parecer los gobiernos de izquierda enquistados en la Unasur, que eligen a Samper como Secretario de la institución, estarían por renovar la cantaleta demagógica antiimperialista. Estiman que un político vetado por los Estados Unidos y desprestigiado en su país, está forzado a seguir las órdenes de los más radicales miembros de la institución, pues no tiene otra salida. Eso explicaría el nombramiento, puesto que la Cancillería de San Carlos no ha dado ninguna razón al respecto. Los más sutiles consideran que en manos del político colombiano no tiene futuro un organismo que resultó, desde un comienzo anacrónico, inoperante e inferior a su misión.