* Absurda venta de Isagen
* La Procuraduría interviene
La desconexión de los funcionarios oficiales con la opinión pública se hace patente cuando algunos insisten en vender Isagen, sin percatarse de que con ese negocio inconveniente e impopular condenan al Jefe de Estado a que caigan más sus índices de popularidad. Puesto que las gentes están enteradas de lo inconveniente que es salir a vender un activo tan importante del Estado para entregar esos recursos al Gobierno, que éste anuncia los destinaría a inversión en infraestructura. Como se sabe uno de los más firmes opositores a la venta de Isagen ha sido el recién nombrado ministro de Minas, Amylkar Acosta. Los argumentos del ministro demuestran que esa es una de las empresas más rentables del país, de las mejor manejadas y que más recursos aportan a las finanzas nacionales. En numerosas oportunidades el hoy ministro manifestó la franca oposición a semejante entuerto, negativo para Colombia. El buen manejo y la administración inteligente y previsiva eleva a la empresa como una de las más emblemáticas del Estado colombiano. Las inversiones de la empresa indican que al aumentar su producción y entrar a operar varias hidroeléctricas que están en construcción próxima a culminar y con avanzada tecnología, sus ganancias se van a multiplicar.
Vender las empresas del Estado que han costado enormes sacrificios al conjunto de los colombianos que pagan puntualmente sus impuestos, cuando dan ganancias y cumplen una función estratégica decisiva en función del desarrollo nacional, va contra los principios más elementales del buen gobierno. Las que se deben vender son aquellas que producen pérdida, que son mal manejas, que tienen exceso de burocracia, que no cumplen su objetivo, que desde el punto de vista estratégico no son decisivas para el país. En el caso de Isagen, una empresa que cuenta con grandes extensiones de tierra y ricas fuentes de agua, venderla atenta contra el interés nacional y contra la seguridad nacional, que tiene que ver con el manejo de las fuentes de agua y de los ríos, lo que hoy en el mundo las naciones se cuidan de proteger y defender, por ser el agua un elemento vital para que el hombre sobreviva en el medio.
La explicación para justificar la venta de Isagen es absurda, no resiste el mínimo análisis lógico. Como se sabe por ser una empresa sólida, tan bien manejada, que le asegura gigantescos ingresos a las finanzas públicas, que van a aumentar en el momento que entren a funcionar las hidroeléctricas prospectadas y actualmente en construcción. Por ser una potencia que tiene garantizado un mercado, se pueden calcular con exactitud matemática sus ganancias a futuro. Lo que la hace una de las empresas estatales más atractivas del país. La política de vender entidades del Estado contempla salir de las que son poco productivas, las que de pronto al ser compradas por particulares las pueden mejorar con tecnología o más eficacia administrativa o mayor inversión. No es el caso de Isagen, una empresa que se la considera como verdadera joya de la corona.
Por si fuera poco, el argumento oficial de que pagarán más por su venta que lo que ofrecieron en tiempos del Gobierno de Álvaro Uribe, sin informar de las condiciones de la venta, cuando tenemos dolorosas experiencias de malos negocios del Estado, como en el caso del carbón, que los que compraron la mina más rica del país pagaron un precio irrisorio, que en poco tiempo fue superado por la explotación intensiva de la mina, lo que se logra por el simple procedimiento de organizar mejor los procesos de explotación, como de utilizar más maquinaria. Los colombianos en su mayoría no quieren que ese pésimo negocio se repita. Por lo demás, el estudio de la empresa y de las eventualidades del mercado, muestra que la banca internacional estaría dispuesta a prestarle el mismo monto de dinero que según las fuentes oficiales les darían por la empresa. Por tal razón parece absolutamente absurdo, puesto que el préstamo se podría pagar en tiempo prudencial. Así que el negocio para el Gobierno sería prestar a un interés bajo ahora y pagar después. Por esa vía se consiguen los fondos que requieren las obras de infraestructura que se dice van a realizar de las cuales no se conocen los estudios y proyectos.
Prestantes economistas, elementos de la más pulcra trayectoria política, personajes de la alta finanza, dirigentes políticos, hombres de empresa, académicos, observadores internacionales, periodistas y las gentes del común se oponen a la venta, indican que venderla en las condiciones que se han ofrecido va contra el precio real de la empresa que se calcula por su valor hoy, más lo que valdrá cuando las inversiones en marcha entren en producción. Ignorar eso constituye en atentado contra el patrimonio estatal que es de todos los colombianos. Ese detrimento sería más grave en cuanto ha sido manifestado públicamente. El Procurador, también se manifiesta contra la venta de Isagen. Asegura el alto funcionario que se debe establecer claramente con el criterio apropiado cual será el efecto en el detrimento del patrimonio público. Por lo mismo el Procurador elevó una solicitud ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, con el argumento de que con la venta que se anuncia con insistencia en contravía del parecer de los expertos “se vulneraria el derecho colectivo al patrimonio público”. Lo más grave es que a juicio de la Procuraduría General de la Nación “no existen estudios verídicos que establezcan el costo de la empresa en la actualidad y en qué medida se podría afectar la prestación del servicio público”. Puesto que se entrega un mercado cautivo, una suerte de monopolio a un particular. Lo que determina que el mismo quiera aumentar sus ganancias a como dé lugar y sacar pronto su inversión, lo que suelen hacer como es del conocimiento general con el aumento de tarifas.
La Procuraduría ha presentado un recurso en Bogotá por medio del cual solicita que se suspenda la venta de Isagen. Es de anotar que entre los argumentos que más pesan para que no se venda la empresa se desatacan los expresados por el hoy ministro de Minas, Amylkar Acosta.
Las que se deben vender son aquellas que producen pérdida, mal manejadas, que tienen exceso de burocracia, que desde el punto de vista estratégico no son decisivas para el país