Muy complicado el año en materia de libertad de prensa a nivel mundial. Lamentablemente por efecto de la violencia, la corrupción, los conflictos armados, la intolerancia y el accionar de la delincuencia común y organizada, la labor de informar de manera veraz e imparcial continúa siendo uno de los oficios más peligrosos en todo el mundo.
Los balances al cierre de 2023 así lo evidencian. Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) señalan que este año 65 periodistas han sido asesinados mientras ejercían su profesión. Aunque se bajó en cuanto a las víctimas del año pasado (85), las amenazas, agresiones, atentados y otras afectaciones a la libertad de prensa continuaron registrándose de forma creciente.
Más complicado aún es que las muertes de comunicadores y trabajadores de los medios de información mientras cubrían conflictos armados aumentaron de forma alarmante este año, en gran parte por conflagraciones bélicas como las de la Franja de Gaza y Ucrania.
De acuerdo a la agencia de la ONU, la cifra de los reporteros fallecidos en las zonas de conflicto es casi dos veces superior a la de los últimos tres años. De hecho, el último trimestre ha sido el más mortífero desde 2007, con un saldo fatal de 27 asesinatos. Las estadísticas señalan que al menos 38 periodistas y profesionales de los medios de comunicación murieron ejerciendo su labor en países en guerra, en contraste con los 28 de 2022 y los 20 de 2021. Se reportaron 19 homicidios en Palestina, tres en el Líbano y dos en Israel desde el 7 de octubre. Afganistán, Camerún, Siria y Ucrania también registraron al menos dos asesinatos cada uno.
A lo anterior debe sumarse que en medio de las acciones bélicas no solo se han perdido vidas de los periodistas, sino que infraestructuras y oficinas de medios de comunicación han sufrido considerables daños o incluso han sido destruidas. También se reportan amenazas, agresiones físicas, detenciones, confiscación de equipos y la denegación de acceso a lugares de cobertura. Incluso, numerosos reporteros se han visto obligados a huir de las zonas o cesar su labor.
Para la Unesco esta es una situación muy grave, no solo por la afectación al personal periodístico, sino porque se está dando lugar a la aparición de “zonas de silencio” en los países en conflicto, lo que conlleva consecuencias graves para el acceso a la información tanto para las poblaciones locales como para el público en general.