El compromiso marítimo
Desmesura y filibusterismo nicas
Los extranjeros que llegan al país se sorprenden de la atonía colombiana en la defensa de sus intereses vitales, en especial en las fronteras, Colombia ha sido uno de los pocos países en el mundo que resolvió en el siglo XIX, gobierno de Manuel Murillo Toro, regalar parte de su territorio a Costa Rica, so pretexto que copiaran la Constitución de 1863, que consideraban una obra de arte del derecho constitucional y que beneficiaba a ese país ligado de momento por la ideología. Así que bajo la doctrina del res nullius, se aprobó en el Congreso Nacional el ominoso proyecto de regalar una zona importante del territorio nacional, las costas en el Atlántico que hoy son de ese país. La verdad es que el Congreso, tras cometer semejante atentado contra la unidad nacional, dejó un país al borde de la desintegración, al punto que no perdió más territorios en tiempos de la expansión del colonialismo europeo, por cuanto la doctrina Monroe frenaba las pretensiones europeas.
Esa delirante propuesta de cercenar el territorio nacional surgió en la mente de los legisladores radicales que estaban convencidos de que la Carta Política de Rionegro era una obra maestra. En el país prevalecía la mentalidad localista, bajo el influjo de poderosos políticos de Zipaquirá, que no entendían de geopolítica. Como se recuerda esa Constitución es copia de la de los Estados Unidos, con unas cuantas adiciones y exageraciones locales que dieron al traste con la gobernabilidad, como el período presidencial de dos años o pretender que ningún delito por grave y atroz que fuese se podía penar con más de diez años de cárcel. La falta de comprensión psicológica en el interior del papel que debe ejercer Colombia en sus mares ha sido fatal para el país, por lo que con dos océanos y ríos importantes, no hemos tenido una vocación marítima y defensa de lo nuestro como lo exigen los dictados geopolíticos.
En la actualidad el aislacionismo capitalino y de otras ciudades colombianas con respecto a los mares sigue siendo perturbador, pese a que vivimos en un mundo globalizado y el imperativo comercial exige pensar en los mares y los puertos; el descuido en temas como la defensa de la soberanía nacional en las islas de San Andrés y Providencia, los cayos y, en particular, la zona marítima nuestra por la que interpuso recursos Nicaragua para apoderarse de la misma, se hace patente y pone en peligro nuestros intereses. Ayer venció el plazo de Nicaragua para acudir a la Corte Internacional de Justicia de La Haya y presentar sus alegatos finales contra la postura colombiana que establece que el fallo de La Haya que le otorga 90 mil Km.2 en el Mar Caribe es inaplicable. La noticia apenas salió en páginas interiores de algunos diarios.
El fallo de La Haya es inaplicable en la práctica y por razones humanitarias, ningún gobierno de Colombia puede permitir que los isleños se conviertan en virtuales prisioneros y seres cercados por un país hostil que quiere asfixiarlos, al punto de no permitirles ni pescar en las aguas ancestrales de donde sus antepasados y ellos mismos sacan su sustento.
Nicaragua embauca a la Corte, presentándose como un pequeño país agredido por el coloso colombiano, con 40 millones de nativos y ellos con apenas 5 millones de habitantes, cuando lo cierto es que acaso 60 mil isleños raizales sufren la hostilidad y su pretensión expansionista, dado que con frecuencia viola sus derechos humanos, asalta sus embarcaciones pesqueras, les quita el producto del trabajo, los encarcela y maltrata.
Nicaragua pretende que la ONU con fundamento en la Convención del Mar de 1982 apruebe que se extienda hacia el oriente, unas 200 millas de plataforma con el objetivo de lograr que San Andrés y las islas queden rodeados de aguas suyas, por fortuna para el caso Colombia no es signataria de dicha Convención. Por lo tanto, hasta el momento el país viene actuando dentro de la legalidad y hace uso del derecho a la defensa que le compete en un caso donde la Corte sobrepasó sus funciones y entró a perturbar derechos de Colombia y de terceros países que tenían tratados vigentes con nosotros, los cuales son reconocidos internacionalmente.
En el campo del derecho entre los distintos aspectos que están por resolverse y que le dan cartas a Colombia, entre los más importantes, la impugnación de la competencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que carece de facultades para desconocer un tratado vigente y legítimo entre dos Estados soberanos y anterior a su existencia. Mas no basta tener razón y que hayamos sido víctimas del estropicio jurídico, por el que pretenden despojarnos de nuestra soberanía y que va por 200 millas de plataforma continental, es preciso que la Nación se pronuncie y tenga plena conciencia de defender sus derechos.