La propuesta del gobierno del presidente estadounidense Joe Biden en cuanto a que se reclasifique en su país a la marihuana como una droga “de bajo riesgo” es, sin duda, un tema de alto impacto, sobre todo para países que, como Colombia, llevan muchos años combatiendo a las mafias y actores violentos que se lucran de su cultivo y tráfico ilegal.
Si bien es cierto que en la mitad de los estados norteamericanos se ha avanzado en la última década hacia la despenalización de la siembra y consumo de este alucinógeno, pasando incluso de la autorización de uso terapéutico a la modalidad recreativa, derivando incluso ya en un negocio multimillonario, la reclasificación del estatus de este producto en la lista de sustancias peligrosas es un cambio con altas implicaciones.
Más allá de que es una realidad que la sociedad, no solo la norteamericana, sino en muchos países, tiene hoy una visión menos restrictiva sobre el consumo de la marihuana, ello no oculta que los índices de drogadicción relacionados con el cannabis han ido aumentando en la última década.
De acuerdo con la información de las agencias de prensa la marihuana ha sido clasificada en Estados Unidos desde 1970 como una droga perteneciente a la Lista I, según la Ley de Sustancias Controladas. En este grupo figuran también la heroína, el éxtasis y el LSD, “lo que supone que carece de un uso médico aceptado y que tiene un alto potencial de abuso”. Ahora la Casa Blanca plantea pasarla a la Lista III, en donde están la ketamina y los analgésicos que contienen codeína, que son consideradas sustancias que generan una probabilidad de dependencia de moderada a baja.
Sacar la marihuana de la lista I abriría paso a que las empresas que trabajan con este producto accedan a los servicios bancarios, a financiación federal para la investigación de los usos medicinales e incluso al comercio interestatal. También se podría avanzar en una regulación federal sobre las mejores prácticas y protocolos del producto.
La determinación de dicho cambio está ahora en cabeza del Departamento de Justicia. En el entretanto, la marihuana seguirá siendo una sustancia controlada hasta que termine el proceso de modificación del estatus que, dicho sea de paso, no solo requiere de una decisión administrativa, sino que debe someterse a una consulta pública y una posible audiencia ante un juez.
Este será un tema clave dentro de la campaña presidencial estadounidense, ya que mientras la Administración demócrata promueve un flanco de flexibilización antidrogas, el expresidente y candidato republicano Donald Trump plantea un endurecimiento del combate al narcotráfico y el abuso de sustancias para frenar el aumento de muertes por sobredosis y violencia relacionada con drogas ilícitas.