* La ruptura económica de Hollande
* División personalista de la derecha
La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia ha cobrado tal importancia que ya se barrunta entre los entendidos que, no solamente está en juego el futuro de ese país, sino que de su resultado pende la suerte de la Unión Europea. Nicolás Sarkozy es el primer aliado de Alemania y de Ángela Merkel. Alemania y Francia han apoyado las duras medidas contractivas de la economía en el seno de la UE, frente a los excesos de los regímenes socialistas de Grecia y España, que condujeron esos países al despeñadero y la peor crisis financiera desde la creación de la UE. Hollande, en cierta forma lo entiende así, por lo que se apresuró a plantear que desde el poder encabezará la presión para exigir que se modifique la economía regional y la política del banco central, para no asfixiar más a los países en crisis y promover el desarrollo. Hollande, considera que la preponderancia de Francia pasa por asumir la vocería de los países que están al borde del colapso por cuenta de lo que denomina rígida e inflexible política económica de Alemania. Por el contrario, Sarkozy manifiesta que, de no ser por el manejo prudente que le ha dado a la economía francesa, el país habría sucumbido como España, Italia o Grecia. Por lo tanto, votar por Hollande sería dar un salto al vacío, una suerte de suicidio colectivo.
Las alarmas se prendieron cuando el semanario alemán Der Spiegel destapó la existencia de un pacto entre la canciller Ángela Merkel, el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, y el presidente del Consejo italiano, Mario Monti, para no hacerle el juego a François Hollande en su nuevo papel de enfant terrible. Como se sabe ninguno de esos gobernantes ha recibido a Hollande, del que toman distancia a partir de sus demagógicas declaraciones y amenazas de romper el pacto económico de la UE. Existen serios temores en torno de la política económica que pondría en marcha el aspirante socialista, que no por el carácter de afirmaciones electorales para atraer a los sectores extremos del espectro político, y, quizá coyunturales, suenan más peligrosas para la unidad europea que el discurso xenófobo de Sarkozy, con miras a captar el voto de la extrema derecha.
La campaña de Sarkozy ha guardado silencio frente al anuncio sobre la eventualidad de que el exgobernante y su antiguo mentor Jacques Chirac incite a votar por Hollande. Lo que muestra la compleja variedad de motivaciones y pasiones en el cambio del voto para la segunda vuelta. Apenas el día de las elecciones se sabrá si el viraje del gobernante a la derecha consigue ganar el voto de los seguidores de la señora Marine Le Pen, que por ahora se reparten en su mayoría por Sarkozy y en baja proporción por Hollande. El centro, de Francois Bayrou, que antaño decidía las elecciones francesas, apenas juega un papel menor de sumarse a una u otra tendencia, no siendo por su número el factor decisorio. Marine Le Pen, que en la primera vuelta consiguió el tercer lugar respirando a las espaldas de Sarkozy, amenaza con disputarse la jefatura de la oposición de ganar Hollande. Así que ella y Sarkozy están en bandos irreconciliables por la modalidad de sus propias ambiciones e intereses, la alianza de los dos les habría dado un triunfo holgado a ambos. La ruptura de la derecha de diverso signo, abre la posibilidad del triunfo socialista.
Los datos sobre el papel de los indecisos y las mayorías silenciosas son poco alentadores, las encuestas le dan la ventaja a Hollande, por menos margen que en la primera vuelta, lo que suscita la esperanza entre los seguidores del gobernante. Por lo demás, las mismas encuestas y sondeos que le dan ventaja al socialista reconocen que Sarkozy es visto por las mayorías como un estadista y un político de condiciones excepcionales para el buen gobierno y manejo de la crisis. Lo que determina que más que unas elecciones en las que el electorado responsable y maduro reflexiona el voto, lo que van a despejar los franceses en el paraíso del racionalismo es el acertijo de seguir con disciplina en la Unión Europea o imitar el mal ejemplo de Grecia y España con el socialismo que llevó esos países al descalabro, mientras que el realismo muestra que Francia con Sarkozy se perfila como una potencia junto a Alemania.