¿Abolir el Senado? | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Octubre de 2013

*La democracia en apuros

*Ganó el no en Irlanda

 

En  Irlanda se salvó el Senado de ser eliminado por la voluntad popular en el  referéndum del viernes pasado, convocado por el Gobierno. Las críticas por su inoperancia, la desconexión de la institución con la realidad nacional, su mediocre representatividad, el predomino de la intriga y los intereses individualistas, los altos costos presupuestales, así como sus antipáticos privilegios según sus detractores llevaron al Gobierno a proponer su eliminación. El primer ministro conservador, Enda Kenny, sugirió la abolición del Senado por considerar que era una carga burocrática excesiva para el presupuesto nacional en tiempos de aulagas económicas, como por los pobres resultados políticos del Legislativo, que atraviesa una larga temporada de descrédito. Cuando el ministro lanzó la idea de destituir a los senadores, en momentos en los cuales el Senado atravesaba por uno de los peores momentos, la masa de la población consideraba a los senadores como  parásitos, que en exclusiva se dedicaban a enriquecerse y sacar ventajas de su dignidad, así que apoyaban la iniciativa. La reforma constitucional que propuso el Gobierno de supresión del Senado se constituyó en el aspecto más polémico de la misma con el argumento de que no valía la pena sostener un ente que  había degenerado en una corte menor o elite de negocios e intrigas, sin una visión macro del país ni mística, por lo que se le debía destituir con el fin de ahorrar dinero público.

No es Irlanda el único país en el cual la oposición o el Gobierno proponen una reforma constitucional para que sea abolido el Senado, los motivos son diversos y el descontento que produce su gestión o la aprobación que recibe el Legislativo, dependen en buena medida de la resonancia que tengan los debates, lo que, por otra parte, tiene que ver  con la capacidad de los legisladores de defender con elocuencia sus proyectos, de estar conectados con los problemas vitales de la población y de mostrar capacidad de iniciativa y de capitanear el cambio. Reducido el Senado a caja de resonancia del Ejecutivo, alejados sus miembros de las preocupaciones y de los grandes asuntos de Estado, languidecen durante las tediosas sesiones hablando o jugando con el móvil, como ausentes de las discusiones, así tengan que asistir de continuo a las comisiones y debates para cobrar sus jugosas dietas. En cuanto no existe pugna de fondo entre los partidos políticos, dado que la mayoría tiende a disputarse el centro, tampoco se dan resonantes debates, puesto que casi todo se reduce a la mecánica política y sacar ventajas jugando bajo la mesa.

Los sondeos anteriores a las elecciones mostraban que era tal la decadencia del Senado, que las mayorías lo eliminarían de manera inexorable en las elecciones, más siendo una iniciativa del Gobierno y en cuanto se pensó que con una sola Cámara era suficiente para cumplir con los objetivos de producir leyes y tratar los asuntos de Estado, así como cumplir con la aprobación del presupuesto y la rutina de intrigas  del Legislativo. La cambiante opinión pública fue oscilando de idea en cuando en el curso de la confrontación entre los que estaban por defenestrar el Senado y los que lo defendían, se percataron de que al abolir ese cuerpo el poder del Ejecutivo se agigantaba de manera perniciosa y la Cámara única podría derivar en abusos e iniciativas que terminarían por horadar la democracia misma. En tanto que dos Cámaras, siendo la del Senado la que cumple la función de atemperar las leyes y moderarlas, resulta tal como lo demuestra la experiencia más positivo para el sistema democrático. Se recordó que las dictaduras, por lo general, cuando disfrazan su despotismo permitiendo que exista un poder legislativo, prefieren una sola Cámara más fácil de manipular como en la actualidad se da en las Asambleas de  Cuba, Venezuela o Ecuador y otros países. Entre el fantasma del despotismo y  lo contable de  mantener dos cámaras, lo presupuestal pasó a un segundo plano. La democracia tiene un costo, cuando algunos abusan y se elevan las dietas más de lo mandado y malgastan los recursos públicos en burocracia, eso es subsanable y manejable, cuando  la sociedad y los partidos vigilan el buen desempeño de las instituciones. Lo que no es subsanable es la dictadura de las asambleas ligadas al oficialismo de derecha o izquierda. Esta reflexión condujo a que el NO obtuviera el 51,7% de los votos contra un  48,3% a favor de eliminar el Senado.