EL CRECIMIENTO económico sigue mostrando una caída vertiginosa, como lo demuestran las cifras del índice de seguimiento de octubre, con -0,41% y en el que ya se habla de una inminente recesión.
Este comportamiento se debe principalmente a la caída de dos sectores fundamentales, la industria y el comercio.
Sin embargo, los expertos consideran que es urgente, para una reactivación de la actividad, recuperar con urgencia el aporte de las manufacturas y las ventas minoristas.
Estos resultados reafirman la fuerte fase de desaceleración económica, en buena medida, a raíz de la amplia postura contractiva de la política monetaria que ha venido debilitando la demanda agregada, en particular, para estos sectores que son eslabones claves en el andamiaje de la economía colombiana.
Durante octubre, la producción manufacturera y las ventas minoristas registraron nuevas contracciones tras caer 5,9% y 11% anual (8,3% para el segmento sin “otros vehículos”), respectivamente. Con esto, se acumulan cerca de 15 meses de ralentización en ambos sectores, de los cuales alrededor de 10 corresponden a decrecimientos anuales como resultado de la elevada inflación, las altas tasas de interés y la desaceleración económica, factores que debilitan la demanda por bienes y reducen la capacidad de consumo de los hogares. Sobre esta base, reafirmamos nuestro pronóstico de crecimiento del PIB de solo 1,2% para 2023.
Ahora bien, consideramos que esta ralentización, aunque más fuerte de lo esperado inicialmente, resulta saludable en términos macroeconómicos, al encaminar el país hacia la recuperación del equilibrio interno y externo. En este sentido, aunque el descenso en la actividad en la industria y el comercio es contundente, al igual que la economía como un todo, se sostienen de manera clara en un nivel productivo mayor respecto al observado antes de la pandemia.
Comercio minorista
Las ventas del comercio minorista continúan presionadas a la baja ante el menor consumo privado. El lento descenso de la inflación y las elevadas tasas de interés continúan limitando la capacidad de compra de los hogares, tal como lo venimos adelantando desde nuestro indicador de consumo en tiempo real, donde se evidencia que el gasto en compras acumula más de 1 año en terreno contractivo. Además de esto, prevemos que los ingresos de los hogares enfrentarían otra fuente de deterioro en la medida que el mercado laboral consolide las recientes señales de ralentización.
Bajo este contexto, todas las ramas monitoreadas del comercio registraron caídas anuales, el peor balance desde la pandemia. En efecto, 16 de los 16 rubros cayeron frente al año pasado, en donde destacan los deterioros que se siguen registrando desde la venta de vehículos, las prendas de vestir, el mobiliario para el hogar y los electrodomésticos, sobre los cuales se añaden la disminución en los artículos de ferretería y los relacionados a las actividades de construcción, que se han afectado a raíz del difícil momento que atraviesa este sector.
Consumo
El todavía elevado nivel de la inflación sigue pesando sobre el consumo de vestuario, alimentos y el combustible. Si bien la inflación prosigue su tendencia de moderación, todavía se encuentra en niveles muy superiores a la meta, en especial, en el rubro de alimentos que sostiene registros a doble dígito, lo cual explicaría el descenso para este segmento de -3,1% anual. Por su parte, las prendas de vestir cayeron 12% anual, en tanto que la demanda por combustible sigue resintiendo el ajuste al alza en los precios tras dar un paso atrás de 0,9% anual en sus ventas.
En este mismo sentido, se mantiene la debilidad en la demanda por bienes que suelen adquirirse vía crédito y aquellos que son mayormente importados. El mayor costo para apalancar en crédito la compra de bienes durables sería otro de los elementos clave detrás de la fuerte disminución en las ventas de vehículos (-28% anual), en los equipos informáticos y de telecomunicaciones (-6,5%), elementos para el hogar y electrodomésticos (-2,2% anual); una evolución consistente con la tendencia bajista en las importaciones evidenciadas en la cuenta corriente.
En adelante, prevemos que el comercio cerraría un ácido 2023 y permanecería afectado hasta la primera parte del 2024. Anticipamos que el balance del 2023 completo consolidaría la mayor contracción en las ventas minoristas desde que se tienen registros, sin incluir la pandemia, como consecuencia de la elevada inflación y las altas tasas. Una evolución que materializaría mejores registros en la medida que estos factores permitan a los consumidores un escenario más favorable sobre su capacidad de compra.