OBS BUSINESS School, institución perteneciente a Planeta Formación y Universidades, publicó el informe El hidrógeno verde, ¿burbuja o una realidad energética? dirigido por el colaborador Marcos Rupérez.
En él se analiza la rentabilidad de un sector en el que se ha depositado toda la confianza para realizar la transición energética, pero que no termina de despegar. “La expectativa en el hidrógeno como vector energético es altísima y difícilmente se va a cumplir”, indica el informe.
La necesidad de una descarbonización general de la economía está impulsando el sector del hidrógeno más rápido de lo que sería su crecimiento orgánico, y ello está llevando a asumir riesgos al tratar de utilizar este gas para usos en los que probablemente no sea la mejor opción o en los que ahora mismo está muy lejos de ser competitivo.
Actualmente, existen multitud de anuncios de proyectos relacionados con el hidrógeno, pero la mayoría no acaba de convertirse en proyectos reales por varias razones: por un lado, todavía no se cuenta con garantías sobre el funcionamiento de los equipos, su durabilidad y su rendimiento a largo plazo al no contar con experiencias previas. Por otro lado, estos proyectos dependen en gran medida de la disponibilidad de financiación o subvenciones públicas que, tras un periodo de análisis, constatan que no serán rentables salvo que haya cambios en el mercado de los fósiles.
A pesar de la aceleración que se quiere dar al sector del hidrógeno, lo cierto es que está en sus inicios como tecnología en industrialización y, aunque las expectativas son altísimas, una nueva tecnología no suele ser rentable en sus inicios, por lo que no es candidata a inversión privada directa en solitario.
Gran parte de la expectativa se basa en inversores que, desconociendo la tecnología, creen que está en rangos de rentabilidad cuando no es así, y se encuentran con decepciones cuando constatan que no suele existir rentabilidad sin subvención en la mayoría de los casos. Por su parte, la financiación pública está tratando de compensar su baja o nula rentabilidad como sustituto de los fósiles, pero, dado el gran nivel de inversión privada anunciado, es imposible que todos los proyectos reciban cofinanciación pública, ya que supondría una inmensa intervención en el mercado.