“Ocampo siempre ha engarzado la economía con la historia” | El Nuevo Siglo
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Domingo, 10 de Julio de 2022
Por Juan Camilo Restrepo

EL pasado 5 de julio, el designado ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, fue recibido como miembro de número de la Academia de Historia por las invaluables contribuciones a las ciencias sociales, específicamente sus análisis de las realidades económicas colombianas con el prisma de la historia.

El exministro y miembro de esa Corporación, Juan Camilo Restrepo, fue el encargado del discurso de bienvenida al reconocido economista e historiador, que desde ese día ocupa el sillón No.5. Estas fueron sus palabras:

“Empiezo por manifestarle la gran complacencia, en nombre de la Academia Colombiana de Historia y en el mío propio, por su ingreso, hoy, como miembro de número de la corporación. Permítame expresarle además la gran satisfacción que esta academia siente, lo mismo que el país todo, por su reciente designación como ministro de Hacienda de Colombia por parte del presidente electo Gustavo Petro.

Es reconocida su amplia experiencia en el sector público, en el ámbito internacional desde elevadísimas posiciones que ha ocupado en entidades como la Cepal y las Naciones Unidas, lo mismo que su profunda experiencia académica (de todo lo cual se ha hecho una completa reseña al comienzo de esta ceremonia). Son la mejor credencial para saber que las riendas de la economía colombiana quedan en las mejores manos.

Reciba pues los mejores augurios para el éxito en las complejas responsabilidades para con el país que usted acaba de recibir.

Pero quiero circunscribir estas breves palabras al historiador económico que es José Antonio Ocampo, y que es la razón de ser de esta ceremonia.

El prestigioso sociólogo francés Edgar Morin ha expuesto la tesis de que las ciencias sociales bien practicadas exigen en el mundo contemporáneo lo que él llama el “pensamiento complejo”, que no es otra cosa que el arte de saber aplicar la interdisciplinaridad a todo lo que se estudia y se enseña. En el mundo moderno, los compartimentos estancos no sirven para explicar las complejidades de las ciencias sociales. La economía resulta una ciencia menesterosa y desabrida cuando no se le ubica en las coordenadas de la historia.

Y esto es precisamente lo que usted, a través de una seria y profunda tarea académica, ha cumplido con excelencia Dr. Ocampo, al iluminar siempre el análisis de las realidades económicas colombianas con el prisma de la historia.

Al distinguirlo hoy como miembro de número para asumir el sillón número 5 de la misma, que en el pasado han ocupado historiadores tan distinguidos como Ernesto Restrepo Tirado, Julio César García, Lucio Pabón, Rafael Bernal Medina, el padre Manuel Briceño Jauregui y Javier Ocampo López que pasó a ser académico honorario, la Academia Colombiana de Historia se felicita, que sea usted, quien a partir de hoy pase a ser el titular del sillón número 5 de esta Academia.

Sus trabajos académicos, en los que siempre ha engarzado la economía con la historia, son abundantes, y todos ellos importantes. La lista completa se ha leído por la secretaría al comienzo de esta sesión.

Yo solo quiero hacer brevemente alusión a algunos de ellos, que lo catalogan a usted desde ya como uno de los historiadores económicos más brillantes que tiene el país. Condición ésta que, estoy seguro, se acrecentará con las futuras contribuciones que como académico de número continuará aportándole a esta academia y al país.

El mejor ejemplo de su método académico es, precisamente, el discurso de recepción que acabamos de escuchar. Más de un siglo de crisis económicas por las que ha atravesado Colombia se explican y se entienden porque usted las enmarca en un claro contexto histórico.


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La ciencia económica carece de vigor explicativo de los fenómenos sociales cuando se arrancan sus raíces de las realidades históricas. Es un error que usted nunca ha cometido en sus aportes académicos, sino que por el contrario ha hecho relucir siempre en ellos la reflexión económica dentro de los contornos de la historia que los explican.

Con toda razón Jaime Jaramillo Uribe señalaba en el prólogo de uno de sus libros fundamentales Colombia y la economía mundial 1830 – 1910” lo siguiente: “la historia economía es sin duda uno de los aspectos de nuestras ciencias sociales que mayores progresos ha hecho en los últimos 30 años. Gracias en gran medida al impulso dado hace tres décadas por Luis Eduardo Nieto Arteta y Luis Ospina Vásquez, el análisis histórico de nuestro desarrollo económico se ha enriquecido con una numerosa bibliografía. En este movimiento se ubica el libro de José Antonio Ocampo que, volviendo sobre los mismos fenómenos y parecidos interrogantes, presenta considerables avances en la explicación de ellos gracias a un uso amplísimo de las fuentes, a su experto manejo del método comparativo y de los métodos estadísticos, y a su equilibrado uso de la teoría económica y de los bajos históricos”.

Por los capítulos de este libro de Ocampo desfilan temas tan apasionantes desde el punto de vista histórico y económico como el desarrollo exportador y del capitalismo colombiano en el siglo XIX, la evolución de nuestro comercio exterior en las últimas dos centurias, las peripecias de la tasa de cambio en una economía preindustrial, la vida pasión y muerte del tabaco, de la quina, del café, del algodón y el añil, el caucho y la expansión ganadera en Colombia. Asuntos estos que fueron tejiendo en los últimos doscientos años la fisonomía de la Colombia actual.

Cómo no mencionar también, entre otros muchos trabajos de José Antonio Ocampo, el que en compañía de Santiago Montenegro tituló: Crisis mundial, protección e industrialización. Ensayos de historia económica colombiana”, y que es uno de mis predilectos dentro de su extensa obra. En esta investigación, podemos adentrarnos con la guía maestra por lo que fue la crisis de los años 30 y el origen de la industrialización en Colombia, lo mismo que en el permanente contrapunto entre libre cambio y proteccionismo que ha sido una de las constantes de la historia colombiana desde cuando obtuvimos la independencia.

Quiero hacer una mención a otro trabajo que orientó José Antonio Ocampo siendo director de la CEPAL y que se titula: El pacto fiscal. Fortalezas, debilidades y desafíos”. Esta investigación colectiva, pero que se adelantó bajo la mirada atenta de José Antonio, reviste especial actualidad para Colombia en los momentos que vivimos, pues allí encontramos “esbozos y atisbos” como diría Alfonso López Michelsen, para descifrar lo que puede ser una buena política fiscal para los tiempos venideros del país.

Los intereses académicos de José Antonio Ocampo han variado de foco con los años, pero nunca han perdido su método primordial, que consiste en unir los análisis macroeconómicos con las vertientes de la historia.

Por ejemplo, durante los últimos años ha trabajado consistentemente en el estudio de los fenómenos de la arquitectura del sistema financiero internacional. Lo hizo, por ejemplo, como parte del grupo de expertos que bajo la dirección del premio nobel de Economía, Joseph Stiglitz, formuló recomendaciones para la reforma del sistema monetario internacional financiero a la luz de las enseñanzas de las crisis internacionales como las que hoy nos ha descrito con gran propiedad en su discurso inaugural como académico de número.

Recientemente, ha publicado uno de sus últimos trabajos denominado: Historia del sistema financiero colombiano” en el que nos traza la historia del último siglo del sistema financiero colombiano desde 1910 a 2010.

Las anteriores son apenas algunas alusiones a los muchos aportes que José Antonio Ocampo le ha hecho a la macroeconomía y al mejor entendimiento de la historia económica colombiana.

Por esas razones estamos muy complacidos porque José Antonio ingrese como miembro de número de esta corporación en la vieja casona de la Academia Colombiana de Historia, que hoy lo acoge con orgullo y aplauso.”