ANTE el riesgo de temblores sísmicos documentado en un informe del ente regulador energético, el gobierno conservador del primer ministro británico, Boris Johnson decidió suspender la fracturación hidráulica (o fracking), una técnica para extraer gas de esquisto del subsuelo.
El gobierno británico, a través de la ministra para la Empresa y la Energía, Andrea Leadsom, dijo que se tomó esta moratoria, que entró en vigor de inmediato, tras recibir un informe del regulador del sector, la Autoridad de Petróleo y Gas (OGA), que investigaba la actividad sísmica reciente cerca de un lugar donde se practica la fracturación hidráulica, en Preston New Road, Lancashire (noroeste de Inglaterra).
"Tras examinar el informe de la OGA (...), está claro que no podemos excluir más consecuencias inaceptables para la población local", declaró Leadsom en un comunicado.
"Por esta razón, he concluido que deberíamos instaurar una moratoria sobre la fracturación hidráulica en Inglaterra con efecto inmediato", agregó.
De igual forma el gobierno Johnson anunció no dará luz verde a nuevos proyectos de fracking "a no ser que se proporcionen nuevas pruebas convincentes" de que no tiene incidencia alguna o riesgo de sismicidad.
El proceso de fracturación hidráulica consiste en crear fisuras subterráneas e infiltrar en ellas una mezcla de agua, arena y productos químicos para permitir la extracción de gas o petróleo del interior de la roca.
Una técnica polémica por su impacto ambiental que ha provocado protestas de las poblaciones afectadas y de los ecologistas, que recibieron aliviados el anuncio.
En pleno comienzo de la campaña para las legislativas del 12 de diciembre, Rebecca Long Bailey, encargada de Energía del partido Laborista (oposición), se mostró complacida con la decisión gubernamental, pero dijo que se debería ir más allá de la suspensión temporal.
La ministra Leadsom replicó en declaraciones a la BBC señalando que no se ha decidido el veto definitivo de esta técnica, que "es una enorme oportunidad para el Reino Unido" porque se mantienen las investigaciones sobre el tema para poder tomar una decisión defvinitiva.
El Reino Unido había apoyado esta técnica con la esperanza de reducir su dependencia del gas, importado principalmente de Noruega y de Catar.
El gobierno conservador había previsto en 2016 que se pudieran abrir 20 pozos de aquí a mediados de 2020, pero solo se han perforado tres pozos, precisamente por las alertas tempranas que sobre los posibles riesgos emitieron entidades como el informe de la Autoridad de Petróleo y Gas.
Es por ello que no se ha realizado ninguna explotación de gas de esquisto y tampoco hay una previsión sobre las cantidades podrían extraerse a largo plazo, según un informe de la Oficina Nacional de Auditoría (NAO, por sus siglas en inglés), el organismo que controla el gasto público.
Según la NAO, los profesionales del sector atribuyen el retraso a la estricta regulación británica sobre los temblores sísmicos provocados por fracturación hidráulica.
Esta reglamentación prevé suspender el fracking temporalmente cuando se produce un terremoto superior a 0,5 en la escala de Richter como resultado de las operaciones de extracción, tal y como lo acaba de hacer el gobierno de Boris Jhonson no solo cumpliendo dicha regulación, sino priorizando la seguridad de los ciudadanos en los lugares donde se realiza la práctica.
En agosto pasado una fuerte sacudida telúrica llevó a la compañía Cuadrilla a suspender indefinidamente su perforación de Preston New Road, cerca de Blackpool, que era el único proyecto en curso en el Reino Unido.