Las propuestas medioambientales de Gustavo Petro, relacionadas con la transición energética para Colombia y el futuro del fracking, han hecho que algunos inversores se preocupen, y como es costumbre en la región, la llegada de un presidente de izquierda al poder ha movido los mercados hacia el semáforo rojo.
Y no es nada extraña esta posición. Desde el 2003, cuando en el primer gobierno del presidente Álvaro Uribe se decidió la división de Ecopetrol en tres compañías, comenzó para la empresa una transformación que no se ha detenido.
En esa ocasión, la empresa se escindió en tres: una, eminentemente operativa, Ecopetrol S.A., dedicada a explorar, producir, refinar, transportar y comercializar hidrocarburos; otra, la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), entidad dependiente del Ministerio de Minas, encargada de definir políticas y administrar las áreas con hidrocarburos de la Nación; y la tercera fue la sociedad Promotora de Energía S. A., encargada de administrar las acciones de Ecopetrol en empresas gasíferas, electrificadoras y otras.
Desde ese momento, la transformación de la petrolera estatal permitió que con el tiempo se convirtiera en un holding hasta el momento. De paso, el Gobierno también permitió que se vendiera primero el 5% de las acciones y posteriormente el otro 6%. Actualmente el Estado tiene la propiedad del 88,49% y los accionistas minoritarios el 11,52%.
Uno de los negocios claves de Ecopetrol en los últimos años fue la adquisición al Estado del 51,4% de las acciones de ISA, que fue una de las empresas más importantes en 2021.
Actualmente Ecopetrol genera casi el 91% de la producción nacional. En el 2021 el consolidado de producción promedio de petróleo de Colombia fue de 736.4 kbpd (miles de barriles por día), de los cuales Ecopetrol produjo en promedio 668.4 kbpd.
Actualmente la petrolera, vinculada al Ministerio de Minas y Energía, participa en todos los eslabones de la cadena de hidrocarburos: exploración, producción, transporte, refinación y comercialización. Y lo más importante, Ecopetrol opera los cuatro primeros campos en producción del país, todos ubicados en el departamento del Meta. Rubiales en Puerto Gaitán, Meta, es de lejos el campo de mayor producción; fue perforado por primera vez en 1981 y cambió varias veces de manos, hasta que en diciembre de 2002 fue adquirido por el empresario brasileño Germán Efromovich.
Con todos estos antecedentes, para los mercados es crucial cualquier declaración, nombramiento o incluso un silencio prolongado, y pueden generar volatilidad respecto al futuro de Ecopetrol.
Para el exministro de Minas y Energía Amylkar Acosta, es justo ese el sentir del sector: “Las empresas y los empresarios de la industria petrolera son cautos. Ellos esperarán, seguramente, los primeros 100 días de la administración Petro, a la espera de sus mensajes y sus señales, antes de tomar sus decisiones de inversión”, comentó a EL NUEVO SIGLO.
“No solo es posible, sino que veo necesario que el presidente Petro trabaje de la mano con la industria petrolera del país, en su propósito y en su empeño de avanzar en la transición energética es imprescindible contar con la industria petrolera; al fin y al cabo, esta es la principal fuente generadora de recursos para financiar precisamente esa transición energética que va a demandar esa inversión”, precisó Acosta.
Ingresos petroleros
Y es que es justamente la industria petrolera la que le generará mayores réditos al país en el próximo año; con los altos precios del combustible se estima que ingresarán a las arcas del Estado entre $32 billones y $34 billones.
“Precisamente el año entrante se prevé que puede estar generándole al país aproximadamente unos $32 billones gracias a esta coyuntura de altos precios que está teniendo el petróleo, y que todos sabemos que son recursos temporales, que son recursos que no tienen vocación de permanencia, pero que indudablemente son el capital semilla para poder avanzar en la transición energética, promoviendo las fuentes no convencionales de energías renovables”, manifestó el exministro de Minas y Energía.
Para lograr mantener ingresos sustanciales a corto plazo, Petro deberá cumplir con las promesas de su discurso de victoria. “En el próximo gobierno, con este anuncio que hiciera el presidente Petro de propiciar un gran acuerdo nacional en la agenda, a ese acuerdo nacional tiene que estar inexorablemente vinculado el tema que tiene que ver con la industria del petróleo, porque Colombia, aunque no es un país petrolero, depende, y depende mucho, de esta actividad”, precisó Acosta.
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El fracking
De otra parte, la realización o no del fracking para la exploración petrolera es un tema sensible. El país cuenta por el momento con reservas para unos siete u ocho años de explotación. Sin embargo, para ampliar este periodo, desde hace meses se adelantan pilotos de fracking. A comienzos de año, Ecopetrol anunció pilotos de fracturación hidráulica en Colombia en dos sitios: Platero y Kalé, ubicados en el valle medio del Magdalena.
El presidente de esta empresa, Felipe Bayón, afirmó que, si bien se tiene estimado que las extracciones empiecen en el 2023, se podrían adelantar para este 2022 si todo sale bien.
Para Ecopetrol, en las exploraciones con fracking hay un potencial muy importante, económicamente hablando, en cuanto al manejo de “piedra madre” en la obtención de crudo para el país. “Tenemos que pensar en los próximos 10, 20 y 30 años, vamos a seguir utilizando hidrocarburos, vamos a avanzar en fuentes de energía, pero es importante que el país no pierda autosuficiencia, por eso es importante, porque el fracking nos da una opción adicional”, afirmó Bayón en su momento.
No obstante, Gustavo Petro ha dicho enfáticamente que el fracking no es una opción viable en Colombia y que parará todo plan que haya para empezar a explotar petróleo por esta vía. Una posición similar había tomado el saliente Iván Duque durante su campaña en 2018, cuando en pro de atraer votos de centro e izquierda prometió no avalar este método de extracción. Sin embargo, el Mandatario cambió su postura, ya que no solo permitió dicha práctica, sino que en su gobierno se concedieron los permisos para iniciar con estas pruebas.
Para el exministro Acosta, la decisión que se tome no será inmediata: “Habrá que esperar los resultados que arrojen los pilotos que en estos momentos se están implementando, y la comisión que tendrá ahí le encargó evaluar sus resultados que permitirán tener mayores y mejores elementos de juicio para tomar una determinación de si se puede avanzar en la etapa comercial de la implementación de esta técnica para explotar los yacimientos no convencionales en roca generadoras”.
Según Acosta, “todavía es prematuro pronosticar el futuro de la industria del petróleo en Colombia. Advertidos están de su posición y sus anuncios de frenar la exploración petrolera e incluso de sus exportaciones. Pero, bien se sabe que los ingresos que le genera a la Nación, que se estiman en $34 billones el año entrante, son la tabla de salvación, mientras no tengamos otra fuente de ingresos tan importante como la industria del petróleo”.
Y añadió: “Así las cosas, ya montado en el potro, el presidente Petro deberá tomar decisiones que consulten esa realidad. Por ello, bien se ha dicho que se hace en campaña en poesía, pero se gobierna en prosa. ¡Así de claro!”.
Futuro de los contratos
En caso de que el gobierno pretenda acabar con los contratos ya firmados para los pilotos de la explotación por fracking, Luis Miguel Falla, socio de Palacios Lleras, explicó a los medios que los contratos se pueden terminar de manera unilateral, y también se pueden modificar para excluir la posibilidad de exploración.
“Según la causal de terminación que se invoque, el Gobierno tendría que adelantar un proceso contractual para la terminación unilateral, porque la discrecionalidad no es absoluta. La eventual terminación generaría daños frente a los derechos adquiridos de los contratistas, y podría generar reclamaciones en materia de inversión internacional”, expresó Falla.
Una de las talanqueras que podría argumentar Ecopetrol para continuar con estos proyectos es que para el 2050 se espera que la compañía genere cero emisiones de CO2, que se expresa en una reducción de 13,5 millones de toneladas de este componente, con lo cual se quiere demostrar que están comprometidos con la ecología y el país.