La verdadera fortaleza de las empresas se ha visto reflejada en la forma como han encarado la crisis generada por el coronavirus y por sus aportes para atender a la población vulnerable, bien sea por medio de contribuciones directas o a través de las ‘donatones’.
El pesimismo o el negativismo no tuvieron lugar entre los directivos de grandes compañías, medianas o muchas de las Mipymes, quienes tan pronto inició el aislamiento preventivo (para el caso de Bogotá el 20 de marzo y a nivel nacional el 23) empezaron a diseñar estrategias que les permitiera mirar con optimismo el futuro inmediato, a mediano y largo plazo.
Aquella frase según la cual “en el fondo de las crisis suelen encontrarse oportunidades”, recobró vigencia y sirvió de plataforma de impulso a los empresarios del país que vislumbraron la ocasión de virar sus negocios para atender las nuevas necesidades, aprovechando la materia prima que tenían a la mano.
Con sus acciones no solo encontraron una forma de tener a flote o evitar que naufragaran sus compañías, sino que protegieron empleos, proveedores y a todos quienes participan de la cadena productiva.
Rápida reacción
Llamó la atención que, contrario a lo que se esperaba, los empresarios colombianos no se quedaron en el lamento o pensando qué hacer, sino que de inmediato acudieron al ingenio, dieron rienda suelta a la imaginación y determinaron los pasos a seguir.
Uno de los puntos de mayor preocupación era qué hacer con los empleados, proveedores y distribuidores, en aquellas empresas que quedaron por fuera de las contempladas en las excepciones, a su vez la respuesta no se hizo esperar.
En las que era factible, se establecieron turnos con el fin de cumplir con el distanciamiento social y de evitar saturar el transporte público. Otras optaron por dar vacaciones a los empleados, encontraron acuerdos para suspender temporalmente los contratos (en casos extremos porque en buena medida se evitó afectar al trabajador), o se inclinaron por el teletrabajo o trabajo en casa, cuando las circunstancias lo permitieron.
En otros casos primó la decisión de los propietarios de jugársela por esperar a que se diera la reactivación de sus sectores, movidos por la protección de quienes son los estandartes de la producción: los trabajadores.
Labor social
Sin embargo, el emprendimiento de los empresarios no se quedó en cómo evitar que sus factorías naufragaran ante la crisis generada por el nuevo coronavirus, sino que empezaron a trabajar en la forma de ayudar a la población más vulnerable.
Es ahí cuando aparecieron las grandes donaciones de dinero (desde los $100 millones, pasando por $1.000 millones, hasta llegar a grandes cifras que estuvieron por el orden de los $80 mil millones), para apoyar iniciativas tendientes a dar con una vacuna que combata el virus, para fabricar respiradores, sino para entregar mercados y surtir al personal de la salud con los elementos esenciales para su labor, a la vez de evitar que se disparara el número de contagiados.
A los rincones más apartados del país han llegado esos víveres que escasean, gel, tapabocas, alcohol o agua, gracias a la generosidad de los empresarios.
Son toneladas de productos de primera necesidad los que han sido repartidos, en algunos casos directamente, otros a través de ‘donatones’, de las que también han participado activamente, así como entre sus trabajadores y allegados que los necesitan.
La reactivación económica, que ha entrado en una nueva fase, ha permitido a muchos negocios volver a abrir con la esperanza que el reinicio será definitivamente un nuevo comienzo, otros están a la espera que les den luz verde.
También jugaron papel importante las Fuerzas Militares, que repartieron mercados hasta en el más recóndito de los lugares, especialmente en el transporte de toneladas de productos, su entrega y llevando agua potable.
Reinvención
Otro de los pasos a seguir fue el de la reinvención, cuando era inevitable mantener la operación, por cuanto sus productos no tenían salida.
Los productores de alimentos no tuvieron inconvenientes porque siguieron entregando los pedidos, tampoco los proveedores de las grandes superficies, pero en algunas fábricas, las ensambladoras y hasta la Industria Militar, migraron.
Por ello, industrias textiles optaron por aprovechar el material del que disponían para hacer tapabocas, aprovechando que es un elemento indispensable para la protección de quienes tienen la necesidad de salir de sus casas y que luego se convirtió en un artículo de uso obligatorio.
También aprovecharon para fabricar uniformes para médicos, enfermeras y demás artículos fundamentales para el personal sanitario.
Cuando se conocieron los primeros casos de Covid-19 en el país (empezando por el registrado en Bogotá el 6 de marzo) y cuando comenzó la cuarentena, entre los elementos que escasearon estuvieron tanto alcohol como gel antibacterial.
De inmediato, diferentes compañías viraron a la fabricación de estos productos y con ello, atendieron la alta demanda del mercado nacional.
Pero no pararon ahí. Otras fueron mucho más allá aprovechando que sus condiciones, instalaciones o razón de ser se los permitía, para poner manos a la obra y solventar la falta de camillas en los hospitales.
También, ante la urgencia de contar con respiradores mecánicos para ampliar la capacidad de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) se empezó a trabajar en el proceso de diseño, pruebas y trámites de licencias.
A su vez, muchas empresas empezaron a trabajar dando soporte de ventas por teléfono, prestación de servicios domiciliarios de salud, medicina especializada, ventas de agroinsumos y veterinarios.
En estas iniciativas, de la misma manera, entraron Mipymes, tenderos y las ventas de comida, que vieron en los domicilios una forma de hacerle frente a la crisis.
Para el caso de los restaurantes, que pueden vender para llevar o domicilios, optaron por despachar, aparte de la comida preparada, los precocidos, con las debidas instrucciones para que los terminen de preparar en casa o en otros casos, vender los insumos, con el propósito de no afectar a los proveedores.
Llama la atención que los propietarios de los restaurantes optaron por brindarles la oportunidad a sus trabajadores de ser los encargados de llevar los pedidos, “garantizando todavía más la higiene del producto”.
Así mismo, otras empresas decidieron ofrecer sus productos a domicilio, sin incrementar los costos.
Y, como dijo alguno de los empresarios, “en dos meses, el mundo cambió y avanzamos en temas que en otras circunstancias hubiésemos tardado años: en educación, negocios, atención médica y en el caso de las empresas, en encontrar formas de reinventarnos y nuevas oportunidades de negocio”.