Después de incrementar más de lo esperado los tipos de interés en julio, el Banco Central Europeo (BCE) se ve nuevamente atrapado por la inflación y en la reunión de mañana podría acelerar la constricción de su política monetaria.
"La única cuestión es saber si (se decidirá) un aumento de 50 o de 75 puntos básicos" de las tasas de referencia después del Consejo de Gobierno del banco central, indicó Carsten Brzeski, economista en ING.
Los observadores se decantan por la segunda opción, la de 75 puntos básicos, dado que los precios subieron en agosto un 9,1% interanual en la zona euro, un récord desde la creación de la moneda única, muy por encima del objetivo del 2% planteado por el BCE.
La amenaza de recesión está socavando la cotización del euro, que llegó a situarse el lunes por debajo 0,99 dólares por primera vez desde hace 20 años.
Este martes registraba un leve repunte, cotizando nuevamente por encima de US$0,99.
Aunque el BCE no elevará sus tipos de interés "con el objetivo explícito de fortalecer la divisa europea", su debilidad "podría tener incidencia en la decisión" del banco, indica Frederik Ducrozet, economista jefe en Pictet Wealth Management.
El órgano actuó con mano firme en julio elevando sus tres tasas de referencia en medio punto, la primera subida en más de diez años de política monetaria laxa que permitió estimular la economía.
Pero el único camino posible ahora para los guardianes del euro es la "determinación" contra la inflación "incluso a riesgo de un crecimiento más débil y un desempleo más elevado", dijo a finales de agosto Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE.
Inflación subestimada
El dilema entre contener la inflación y los temores a una recesión lleva un año frenando al BCE mientras otros bancos centrales se adentraban en un ciclo de subida de tipos.
"Si un banco central subestima la persistencia de la inflación, como la mayoría de nosotros hemos hecho a lo largo del último año y medio, y si tarda en adaptar sus políticas en consecuencia, los costes pueden ser considerables", admitió Schnabel, reconociendo que el BCE creyó durante largo tiempo que la tendencia inflacionista sería de corta duración.
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Los consumidores en la zona euro esperan todavía una inflación del 3% en los próximos tres años, según una encuesta del BCE.
Es primordial que el público mantenga "la confianza en (...) nuestra capacidad de preservar el poder adquisitivo", insistió Schnabel.
Poder adquisitivo
En Estados Unidos, más avanzados en la política de constricción monetaria, los tipos de referencia de la Reserva Federal (FED) se sitúan ya entre 2,25% y 2,50%.
A finales de julio, el BCE llevó los suyos a un rango entre 0% y 0,75%.
Al mismo tiempo, ante la incertidumbre económica, el banco decidió suspender el uso de la "forward guidance", que en los últimos años había usado para dar indicaciones a los agentes económicos sobre sus intenciones futuras. Esto le debería dar margen de maniobra para seguir los pasos de la FED, que recientemente subió sus tasas 75 puntos básicos y podría hacerlo nuevamente en 50 o 75 puntos en una reunión el 21 de septiembre.
El instituto monetario ubicado en Fráncfort dispondrá el jueves de nuevas previsiones económicas que incluirán los efectos en el sector industrial de la caída del suministro de gas ruso hacia Europa.
Las últimas proyecciones del BCE auguraban todavía un progreso del 2,1% del PIB el año próximo, pero la mayoría de institutos prevén ahora que la zona euro entre en recesión en invierno.
Además, un aumento de tipos en octubre y diciembre podría "exacerbar las tensiones en el mercado de obligaciones" y encarecer las condiciones de crédito de los países de la eurozona considerados más vulnerables como Italia, advierte Holger Schmieding, economista en Berenberg.
En este escenario, el BCE podría usar por primera vez una herramienta presentada este verano para intervenir en los mercados para contrarrestar los ataques especulativos sobre la deuda.