La luna ofrece todo un espectáculo esta semana: mañana le regalará un eclipse de sol a Europa, del que los “cazadores” no se quieren perder detalle y se refugiarán en el Ártico para verlo, y el sábado propiciará una gran marea de amplitud excepcional.
Dos espectáculos diferentes harán las delicias de los aficionados, que tendrán que tomar precauciones. Mientras que el uso de gafas especiales será imperativo para el eclipse, se recomienda un mínimo de prudencia a los curiosos que acudan a la costa para observar las olas desatadas por las grandes mareas, que alcanzarán coeficientes de 119 en una escala teórica de 120.
Mañana el sol quedará completamente tapado por la luna, durante un breve espacio de tiempo, tras una banda con forma de semicírculo alrededor de Groenlandia. A medida que nos alejemos de esta zona, el eclipse será menor.
Se trata del décimo eclipse total del siglo XXI y del primer eclipse del 2015. Tendrá lugar el día del equinoccio de la primavera, cuando el sol pasa del hemisferio Sur al hemisferio Norte.
En un área de cerca de 500 kilómetros de ancho y 5.600 kilómetros de largo, desde el Atlántico Norte hasta el polo Norte, la luna ocultará poco a poco el sol hasta que éste quede escondido totalmente durante 2 minutos y 47 segundos como máximo.
Solo quienes estén en el archipiélago danés de las islas Feroe o en el archipiélago noruego de las Svalbard podrán ver el sol transformarse en un disco negro por un momento.
En una amplia zona alrededor de este “radio de totalidad”, el eclipse se verá solamente de forma parcial. Éste será el caso de los países europeos, del norte de África y el noroeste de Asia.
“Pero será, cuanto menos, un bonito espectáculo”, si el tiempo acompaña, subraya Philippe Henarejos, redactor jefe de la revista francesa Ciel et Espace.
‘Superluna’
En Reikiavik, capital de Islandia, más del 97% del sol quedará oculto a las 9H37 GMT; en Edimburgo, el fenómeno esconderá el 93% del astro; en Londres, quedará oculto el 84%; en Bruselas, cerca del 80% y en Francia, en un 78% en París.
“En las regiones donde el eclipse será parcial, quien no sepa que ese fenómeno está pasando, no verá la diferencia de luminosidad”, afirma el astrónomo Denis Savoie, director de la mediación científica del Palais de la Découverte y de la Cité des Sciences de París.
En cambio, si se utilizan gafas protectoras, se podrá ver cómo el sol va quedando cubierto por la luna, tomando la forma de un croissant.
Los eclipses totales ocurren cuando la luna pasa entre la Tierra y el sol si los tres astros están perfectamente alineados.
Pero hace falta otra condición: “La luna tiene que estar lo suficientemente baja, lo suficientemente próxima al plano que pasa por la Tierra y por el sol, para que este fenómeno se produzca”, subraya Denis Savoie.
La luna se hará notar todavía más el sábado con las grandes mareas, que serán perceptibles principalmente en la bahía de Fundy en Canadá y en las costas del Atlántico, las del canal de la Mancha y las del mar del Norte.
La marea es el resultado del efecto de la atracción gravitatoria de la luna y del sol sobre los océanos.
Para tener grandes mareas, también hace falta que la Tierra, la luna y el sol estén alineados, declara Kevin Horsburgh, del Centro Oceanográfico Nacional (NOC) británico. “Y para las mareas particularmente grandes, la luna debe encontrarse por encima del Ecuador”.
Además, el sábado nuestro satélite será una “superluna”, pues estará en su punto más cercano a la Tierra (el perigeo).
Tierra prometida
Pero para los “cazadores de eclipses”, así tengan que desafiar a osos polares y gélidas temperaturas, no hay como reunirse a 1.300 kilómetros del polo Norte para saborear los tres minutos de noche que se vivirán en pleno día mañana.
Único territorio, con las Islas Feroe, desde donde se podrá observar un eclipse solar total, el archipiélago noruego de Svalbard verá prácticamente duplicarse su población por la llegada de 1.500 a 2.000 visitantes deseosos de ver el sol desaparecer tras la luna, un fenómeno que ha fascinado a la humanidad desde tiempos ancestrales.
Con cuatro eclipses en su haber, Agnese Zalcmane, una informática letona de 30 años, ha hecho el viaje con otros siete compatriotas.
“Adoro ese sentimiento. Es muy extraño. El sol está ahí... sin estar. Y ese anillo alrededor, el anillo de diamante, que es increíble. No hay palabras para describirlo”, se entusiasma esta amante de la astronomía, que ya ha viajado a Siberia, China, Australia y Kenia para saciar su pasión por este fenómeno.
Pero aunque un eclipse no pueda comprarse, sí se puede monetizar. En Longyearbyen, localidad de 2.100 almas y capital de provincia de Svalbard, el coste del alojamiento se ha disparado y las últimas plazas disponibles se negocian a precio de oro: 5.000 coronas (572 euros) la noche por una habitación doble en un hotel, y hasta cinco veces más por un apartamento en alquiler en el sitio web Airbnb. /AFP