Independientemente del accidente del martes que dejó cuatro víctimas mortales en Bogotá, de si el conductor iba o no manejando el vehículo bajo los efectos del licor, los casos por esta mortal mezcla siguen siendo parte del panorama nacional.
Sin embargo, más allá del ordenamiento jurídico y de las leyes que sancionan severamente a los infractores, la pregunta es: ¿cuál es la motivación o qué pasa por la mente de estos individuos que comenten estas faltas?
De acuerdo con el director de la Maestría en Sicología de la Salud y la Discapacidad de la Universidad de La Sabana, Ernesto Martin, “hay factores personales y también socioculturales en cuanto a la edad y el ciclo de vida por el que esté atravesando (el infractor). Es distinto pensar en un adolescente, en un adulto joven, o en una persona mayor. Las razones van a ser distintas”.
Para el docente universitario lo importante es cómo el individuo toma la decisión de transgredir las reglas pensando que está logrando un beneficio personal, y en esa elección prima, por un lado su formación, lo que ha sido su historia de vida y por el otro los factores socioculturales.
“La sanción ha sido el elemento que ha logrado que las personas vayan cumpliendo las reglas, pero el proceso es muy lento porque hace falta que las personas de nuestra sociedad entiendan que esa regla no es solamente para evitar una sanción sino que es por beneficio personal, social y colectivo”, apuntó.
La motivación para que el individuo ejecute la acción de manejar en estado de embriaguez es pensar que a él no le va a pasar nada. “Se trata de no ver la importancia de la regla, precisamente porque él está pensando que no le va a pasar y que esa regla solo tiene sentido en el momento en que le pase algo o en el momento en que sea sancionado”.
Es por eso que el trabajo, comenta el doctor Martin, con esas personas debe ser previo, un trabajo de internalización de reglas, de adopción de la importancia y el compromiso con las normas, de tal manera que cuando esté en una situación de conciencia alterada por el consumo de alcohol u otra sustancia no tome decisiones erróneas.
“Lo principal es que las personas entiendan hasta dónde puedo llegar yo para no hacer daño a otro, y que hay reglas que están puestas ahí para protección de nosotros, que están a favor no solo de los demás sino a favor propio. Entonces es cómo lograr un compromiso con la regla, más que crear una situación de temor a la sanción”, explicó el académico.
Cuando un sujeto es sorprendido por las autoridades o desafortunadamente tiene un accidente por dicha imprudencia, “lo primero: es que empieza a entender las consecuencias de sus actos, comienza a experimentar toda la culpa y el temor a lo que continúa; y en ese sentido va a tratar de justificar o que las consecuencias sean las menores, pero obviamente ya no es el momento del aprendizaje sino que ya tiene que aprender a partir de las consecuencias. Siempre será mejor prevenir que rehabilitar”.
En el caso que el sujeto no aprenda de sus errores y cometa la misma infracción, de acuerdo con el doctor Martin, “lo que le está fallando es que no ha asumido un compromiso y no ha estructurado su sistema de normas. Entonces se está moviendo simplemente en las situaciones y en cada una pone los parámetros de cómo portarse sin tener en cuenta esas normas”.
El proceso de rehabilitación para este tipo de infractores “básicamente es un trabajo de revisión de cómo ha aprendido su sistema de normas, cómo él puede cambiar ese balance entre lo que quiere y busca en términos de placer y beneficios. Es un proceso de reestructuración y muchas veces será importante acudir a sus conexos inmediatos para que ayuden a esa persona a ajustar su sistema de normas”.
Para el experto es importante intensificar las estrategias de prevención haciendo énfasis en la importancia que tienen las normas, en cómo deben ser interiorizadas por la sociedad como lo ocurrido con el cinturón de seguridad. “La idea es seguir avanzando en ese sentido. Desafortunadamente este tipo de experiencias (accidentes) sacude a la sociedad y la hacen reflexionar sobre el tema, pero lo ideal es que la prevención llegue hasta el punto que no sea necesario aprender de experiencias negativas”.