El riesgo de deflación en Europa "no está excluido pero es limitado", aseguró el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, en una entrevista publicada este viernes por el diario financiero alemán Handelsblatt.
No obstante, Draghi consideró que el riesgo de que la institución no cumpla su mandato en lo concerniente a la estabilidad de los precios "es más elevado que hace seis meses".
Por ello, el dirigente aseguró que el BCE se está preparando para esa eventualidad: "Nos estamos preparando técnicamente para, a comienzos de 2015, modificar la amplitud, el ritmo y el carácter de las medidas a emplear si se hace necesario reaccionar ante un periodo de deflación demasiado débil", explicó, añadiendo que sobre ese asunto, "hay unanimidad en el seno del directorio (del BCE)".
La inflación alcanzaba solamente el 0,3% en noviembre y podría pasar rápidamente a cifras negativas, debido a la caída de los precios del petróleo.
Respecto a la situación económica de Europa, Draghi prefirió hablar "más bien de un largo periodo de debilidad que de crisis", y se dijo "prudentemente optimista" respecto al año que empieza.
"Pienso que la combinación de nuestra política monetaria con las reformas de Estado devolverá mucha de la confianza perdida", afirma, estimando que "la economía en todos los países de la zona euro registrará crecimiento" el año próximo.
Draghi llamó también a los países europeos a acentuar sus esfuerzos en cuanto a las reformas estructurales y a trabajar para reducir la presión fiscal.
El euro, lastrado por la declaraciones del presidente del BCE, continuó su caída frente al dólar este viernes. A las 14H15 GMT, la moneda única valía 1,2026 dólares, su nivel más bajo desde el 10 de junio de 2010.
El analista financiero Lee Harman consideró que, tras los comentarios de Draghi, es probable que el BCE anuncie un programa de expansión cuantitativa tras la reunión del próximo 22 de enero. Según este experto, un programa de ese tipo volvería a inyectar liquidez en el sistema financiero de la zona euro para estimular la economía, pero también diluiría el valor de la moneda única, haciéndola menos atrayente para los inversores/AFP.