El caos y las divisiones en el partido de derecha de Silvio Berlusconi tras la dimisión de sus cinco ministros podría favorecer al primer ministro socialdemócrata Enrico Letta, quien decidió solicitar el miércoles la confianza del Parlamento para seguir gobernando.
Varios representantes del partido del magnate de las comunicaciones están reflexionando si les conviene retirar el apoyo al gobierno de coalición de Letta, formado sólo hace cinco meses, o si optan por evitar la parálisis política así como nuevas elecciones.
La crisis política de la tercera economía de la zona euro fue mal recibida por los mercados.
La Bolsa de Milán registró una caída del 2% hacia el mediodía, mientras la agencia de calificación Fitch advirtió sobre las consecuencias negativas para las cuentas del país en caso de que prosiga la incertidumbre política.
"Deseamos un gobierno estable para Italia y que las fuerzas involucradas encuentren una solución", aseguró por su parte la canciller alemana Angela Merkel.
"No pienso gobernar a todo precio, para permanecer tres días más y volver a comenzar con el tire y afloje", advirtió el primer Letta, quien presentará en el Parlamento un programa económico y social para dar estabilidad a Italia.
La última jugada política de Berlusconi - desesperado ante la posibilidad de perder su inmunidad parlamentaria y para evitar la humillación de una votación en el Senado que podría conducir a su inhabilitación política y su arresto domiciliario -, irritó no sólo a los aliados de centroizquierda sino también a una parte de su propio partido y a sus ministros, que se enteraron por teléfono que debían dimitir.
"Reina la incertidumbre", reconoció el presidente de la República, Giorgio Napolitano, el único que tiene la autoridad para disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, quien adelantó que quiere evitar tales medidas.
"Italia necesita estabilidad", dijo Napolitano, recordando que está en juego la reducción de la enorme deuda pública así como una serie de reformas pendientes.
El jefe de gobierno , que insiste en someterse al voto de confianza, observa desde la barrera la reacción inesperada de rechazo de una parte del partido de Berlusconi, tradicionalmente fiel a su líder máximo.
Los cinco ministros manifestaron su desacuerdo con la línea intransigente decidida por Berlusconi y sus consejeros, los llamados halcones.
El vice primer ministro y ministro del Interior, Angelino Alfano, supuesto delfín de Berlusconi, se declaró contrario a esas posiciones extremas: "Si esos son los nuevos berlusconianos, yo seré berlusconiano de otra manera", comentó.
Otros dos ministros, Beatrice Lorenzin (Salud) y Gaetano Quagliariello (Reformas), consideran que Berlusconi está en manos de "malos consejeros" y temen que el partido del magnate sea identificado ahora como una fuerza de extrema derecha.
"Queremos a Belusconi pero no a sus malos consejeros", aseguró por su parte el ministro de Transporte, Maurizio Lupi.
Letta espera el apoyo de los moderados
Letta, que llegó a tildar la decisión de Berlusconi de "gesto loco e irresponsable dictado para proteger sus intereses personales", espera contar en el Parlamento con el apoyo de los sectores moderados.
Las divisiones internas dentro del Pueblo de la Libertad, la formación fundada y dirigida por Berlusconi, afloraron durante toda la jornada del lunes, con duras amenazas e indiscreciones,
No se descarta que una parte de las tropas de "Il Cavalieri" termine por abandonar a su líder histórico, quien cumplió el domingo 77 años, de los cuales veinte en la política.
"Ahora el asunto es saber cuántos seguirán obedeciendo en forma ciega y absoluta al jefe máximo", escribió el diario La Stampa.
Según el diario Il Corriere della Sera, el gobierno de Letta necesita 161 votos en el Senado para obtener la confianza, pero según los conteos tiene asegurado sólo unos 144.
Las negociaciones proseguían entre bambalinas para obtener el apoyo de varios tránsfugas y senadores vitalicios.
Sorprendido por la reacción "preocupada" de sus militantes, Berlusconi anunció vía internet que está dispuesto a votar la ley que impide el aumento del IVA y los presupuestos, votación que fue suspendida por la crisis política.
Un "gesto de voluntad", aseguró Berlusconi, ya que las medidas afectan directamente el bolsillo de los italianos.