El primer ministro de Canadá, Stephen Harper, intentó calmar la ira de Brasil por las sospechas de espionaje que pesan sobre Ottawa, rompiendo el silencio del gobierno canadiense al respecto.
La información sobre las actividades del Centro de la Seguridad de las Telecomunicaciones de Canadá (CSTC) "me preocupa mucho", declaró Harper al margen de la cumbre Asia-Pacífico que se lleva a cabo en la isla indonesia de Bali.
El lunes la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, había duramente condenado las prácticas de espionaje de Estados Unidos y Canadá tras revelaciones de la televisión de su país sobre casos de espionaje de las comunicaciones del Ministerio de Minas y Energía.
"La denuncia según la cual el Ministerio de Minas y Energía ha sido blanco de espionaje (de Canadá) confirma los móviles económicos y estratégicos de estos hechos", afirmó el lunes la presidenta, estimando "urgente que Estados Unidos y sus aliados pongan fin a estas acciones de espionaje de una vez por todas".
El jefe del gobierno canadiense debió intervenir directamente en el caso desde el extranjero, un día después de que el Ministerio de Defensa -del cual depende el CSTC- respondiera a la prensa con un lacónico "no comentamos las actividades de recolección de datos en el extranjero".
Harper señaló que no estaba en condiciones de "hacer comentarios sobre las operaciones de las agencias de seguridad nacional" y que se remitía a la existencia de "un comisario responsable de vigilar estas actividades y de asegurarse de que respeten las leyes del Parlamento canadiense".
El primer inversor extranjero en la minería brasileña
Canadá tiene importantes intereses en Brasil, en especial en el sector minero, declaró esta semana el ministro brasilero de Minas y Energía, Edilson Lobao, para quien el conflicto bilateral es "grave".
Canadá es el primer inversor extranjero en el sector minero brasileño, en el que actúan unas 40 empresas del país norteamericano, como las productoras de oro Kinross y Yamana Gold.
En 2012, las inversiones de las firmas canadienses en esa área superaron los 2.000 millones de dólares, un 19% del total de inversiones mineras en el país. El gigante minero brasileño Vale está a su vez instalado en Canadá, donde adquirió en 2006 la empresa Inco, segundo productor mundial de níquel gracias a sus minas en el norte de Ontario.
Ambos países comparten también intereses en el sector petrolero y en el aeronáutico, donde operan la canadiense Bombardier y la brasileña Embraer.
Brasil invirtió alrededor de 15.400 millones de dólares en Canadá el año pasado, mientras que Ottawa invirtió cerca de 9.500 millones de dólares en Brasil en el mismo lapso.
Según la cadena Globo, el programa de espionaje canadiense, designado con el nombre de Olympia, permitía vigilar las comunicaciones del ministerio brasileño para verificar los contactos de Brasil con "otros grupos distintos a Petrobras, en Brasil y en el extranjero".
Las sospechas de espionaje están basadas en documentos de los servicios de inteligencia canadienses revelados por el exanalista de inteligencia estadounidense Edward Snowden, quien trabajaba para la Agencia de Seguridad Nacional de su país y se encuentra actualmente refugiado en Rusia./AFP