El jefe del Ministerio Público indica que hay una bancarrota de valores en materia de integridad y probidad. Advierte que los partidos políticos tienen una crisis de legitimidad, aupada por los niveles de corrupción. Agrega que las Farc fueron el detonador de la barbarie, pero también el teflón de los corruptos. Pone alerta sobre riesgo de populismos
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Los escándalos de corrupción pululan en las más altas esferas y la crisis institucional es de tal magnitud que hay la creciente sensación de un descuadernamiento grave del país.
¿Qué hacer? EL NUEVO SIGLO habló con el procurador general de la Nación, Fernando Carrillo, para quien es claro que hay una crisis ética, una crisis que no se soluciona con medidas cosméticas ni con retórica vacua.
Según el jefe del Ministerio Público, la justicia tiene la obligación de autorreformarse o, de lo contrario, se corre el riesgo de que en las elecciones triunfen quienes proponen medidas populistas y radicales.
Anunció que ya se está trabajando con los presidentes de las altas Cortes y la Fiscalía para encontrar una salida a la grave crisis, bajo el criterio de que la Constitución de 1991 continúa siendo el camino para vivir en paz.
Pero Carrillo no se queda ahí. Descarta la opción de una constituyente para reformar la justicia y respecto a la reforma política que se tramita en el Congreso advierte que “los partidos políticos tienen una crisis de legitimidad, aupada por los niveles de corrupción”.
“El país vive una profunda crisis ética. Una bancarrota de valores en materia de integridad y probidad. La corrupción ha hecho metástasis”
EL NUEVO SIGLO:- ¿Estamos perdiendo definitivamente la guerra contra los corruptos?
FERNANDO CARRILLO:- El país vive una profunda crisis ética. Una bancarrota de valores en materia de integridad y probidad. La corrupción ha hecho metástasis. Pasamos de ser campeones mundiales en violación de derechos humanos, a campeones mundiales en desigualdad y corrupción. Si no somos capaces de enfrentar unidos ese flagelo, terminará devorándose la democracia, llegará el populismo y triunfarán los deshonestos. Ganaremos esta guerra en la medida que se pueda extirpar ese tumor que se propaga por todos los órganos del sistema.
ENS:- ¿Hay una crisis ética en Colombia? ¿Cuál es su dimensión y de quién es la culpa?
FC:- La corrupción fue durante décadas una enfermedad silenciosa, que de vez en cuando tenía picos críticos y el estruendo de la guerra silenciaba sus síntomas. Sus causas allí permanecían. Las Farc fueron el detonador de la barbarie, pero también el teflón de los corruptos. Hoy sin la guerra alborotando las hormonas, queda la paz despertando las neuronas para poner el bisturí sobre quienes se han sentido intocables por la justicia, aun permaneciendo a ella. Y ello implica una invitación a reflexionar y actuar. Colombia reclama resultados y no acepta una impunidad más.
ENS:- ¿La justicia en Colombia se corrompió o estamos hablando de fenómenos graves pero aislados?
FC:- La crisis de la justicia es inocultable. En un país con una impunidad legal y social tan alta, ser justo, creer en la justicia, es un verdadero acto de fe en la democracia. El gran reto de la justicia es autorreformarse antes de que los graves hechos de corrupción conocidos por el país en los últimos días conduzcan a decisiones radicales por parte de la ciudadanía. ¿Cuáles? Darles poder en las urnas a quienes pretenden salidas extremas y populistas frente a la justicia llevándose de frente la institucionalidad.
No a constituyente
ENS:- Resucitar el Tribunal de Aforados, una nueva reforma a la justicia tramitada por el Congreso o la propuesta de asamblea constituyente… ¿Cuál es la solución a la crisis judicial?
FC:- Es imperativo un pacto ciudadano contra la corrupción, que involucre todas las voluntades. Ya lo hemos venido consolidando con el sector privado y los grupos empresariales. La crisis ética no se soluciona con medidas cosméticas ni con retórica vacua. Lo primero que debemos entender es que la salida a nuestros males no depende de nuevas leyes, ni de otras constituyentes. La justicia tiene la obligación de autorreformarse y la ciudadanía y la sociedad civil están atentas. Se viene trabajando con los presidentes de las Cortes y el Fiscal para hallar una salida a la crisis, bajo el criterio de que la Constitución de 1991 sigue siendo el camino para vivir en paz. Autorreforma o suicidio es el dilema de hoy para la Rama Judicial. Porque, por supuesto, la lucha por la ética pública incluye la limpieza de la casa de la justicia.
ENS:- ¿Cómo recuperar la majestad de la función pública?
FC:- Hay que devolverle la majestad y el pudor a la política, castigando social, disciplinaria y penalmente a quienes han hecho de la trampa su principal ley para ascender en el manejo del Estado. Una señal de reforma desde las Cortes mismas es indispensable en este momento. Aquí no puede haber intocables ni blindajes. Tenemos que acabar la creencia de que el servicio al Estado es una licencia para enriquecerse en el menor tiempo posible. Tenemos una enorme tarea por delante en la formación de los funcionarios públicos. La Ética pública y ciudadana tiene que ser la columna vertebral del servicio al Estado.
ENS:- ¿Cómo evitar que el Estado sea visto como un botín al que muchas personas consideran que robar no es malo sino una avivatada?
FC:- Tenemos que actuar ya, derrotando la impunidad y formando nuevos ciudadanos dispuestos a hacer respetar lo público. Allí el sector privado está llamado a cumplir un gran papel. Los veedores ciudadanos con su capacidad de denuncia son también fundamentales en esa tarea. La lucha contra la corrupción es una tarea integral de la que nadie puede sustraerse. No podemos esperar que superhéroes, caudillos o iluminados nos salven de la corrupción. No hacer nada para recuperar la ética pública sería una traición a la historia. Es ahora o nunca. De esa decisión depende que el país avance. Que la democracia sobreviva. Que la economía tenga rostro humano.
ENS:- ¿Debe cambiar el sistema de elección de los magistrados y quitarles las facultades electorales a las altas Cortes?
FC:- La reforma política y la reforma a la justicia son tareas pendientes. Hay que evaluar todas las acciones, pero por supuesto sin caer en medidas populistas. Las facultades electorales a las Cortes suponían que se iba a dar un cambio en las costumbres políticas del país y que allí iban a llegar los mejores. En algunos casos eso no ha sido así. Por el contrario, el virus de la politiquería contaminó el Poder Judicial y clientelizó esas designaciones. Hoy lo sano es acabar con esas funciones electorales y pensar en otros mecanismos de elección.
Nivel de la crisis
ENS:- ¿El país y todo el aparato institucional se concentró y polarizó alrededor del tema de la paz y, en el entretanto, la corrupción cooptó muchas entidades sin que nos diéramos cuenta?
FC:- El humo de la guerra no dejaba ver la corrupción. Ahora que se han silenciado los fusiles el panorama es desolador. Hablamos de un Estado arrodillado por la corrupción, la cual llegó a niveles nunca imaginados y cuyos efectos aumentan la desconfianza, el escepticismo y el pesimismo de la ciudadanía, además del deterioro de las instituciones. Es grave porque hay una mirada apocalíptica que puede derivar en un quebranto de la democracia. Las elecciones que se avecinan podrían darle al país la mala noticia de que el populismo y el autoritarismo que sacan las orejas, sean una opción para quienes protestan contra los partidos, los órganos de control, la justicia, el Congreso y el Ejecutivo, por el lamentable estado de la ética en Colombia.
ENS:- ¿La reforma política y electoral que está tramitando el Congreso ya le genera menos prevenciones?
FC:- La reforma política es una materia pendiente en Colombia. Esperemos que esta vez sí sea posible una reforma que contribuya a fortalecer la democracia y vencer el escepticismo. Los partidos políticos tienen una crisis de legitimidad, aupada por los niveles de corrupción, y sin partidos la democracia cae en un mar de incertidumbres, en una batalla de egos y chequeras, que nadie sabe a dónde pueden conducir al país. Necesitamos una reforma política que tenga dientes para salir del atolladero. Hay que evitar que caigamos en ese limbo.
ENS:- ¿Usted cree, realmente, que es posible que la gente confíe de nuevo en la política y en los políticos?
FC:- Si la política no se recompone ante los ojos de los ciudadanos, estos terminarán apoyando salidas populistas o autoritarias. La política hace rato se desdibujó ante los ojos de la opinión pública. Hay que volver a la política de lucha de ideas y no de guerra de chequeras. Hay que redignificar la política antes de que el castigo a los malos políticos sea un país tomado por el populismo o el autoritarismo. Solo basta mirar a Venezuela para entender de qué son capaces los populistas.
ENS:- ¿Por qué dice que el cumplimiento de los acuerdos de paz es un imperativo ético?
FC:- Porque los acuerdos se hacen para cumplirlos. No basta con firmar, ni prometer, hay que cumplir lo que se acuerda. El regreso a la guerra es un imposible. La Procuraduría está comprometida con la veeduría de los acuerdos, con la Constitución en la mano, el corazón al lado de las víctimas y los pies en los territorios. Eso significa que cumplirle los acuerdos de paz es cambiar para siempre el destino de ocho millones de víctimas, pero también de las nuevas generaciones. Por supuesto, y lo subrayo, haciendo respetar la Constitución.
¿Procuraduría salpicada?
ENS:- ¿Llegaron a la Procuraduría los tentáculos de la corrupción de Odebrecht y el nuevo escándalo de presunta compraventa de fallos en la Corte Suprema de Justicia?
FC:- Estamos trabajando en esos temas. Haciendo un arqueo que nos permita saber hasta dónde llegaron a infiltrar nuestras instituciones. La redignificación de la justicia también incluye decisiones rápidas que castiguen a quienes saquearon el Estado o corrompieron la majestad de la Justicia. El Estado todo ha mostrado una gran vulnerabilidad frente a la corrupción. Por eso necesitamos más denuncia ciudadana para llegar al fondo del problema. Esa herramienta es insustituible como mejor aliada de los órganos de control.
ENS:- ¿En medio de semejante crisis institucional cree que la Ley de Garantías Electorales funcionará en algo para que los comicios presidenciales y de Congreso sean transparentes?
FC:- Esa es la esperanza de los colombianos. Que las próximas elecciones, que serán las primeras sin el estruendo de la guerra con las Farc, signifiquen un viraje en la manera de entender la democracia. Es decir, que la transparencia sea el sello del nuevo país que deseamos. Vamos a crear un frente con la Registraduría y la Fiscalía para trabajar hacia ese objetivo.
ENS:- La Contraloría dice que la financiación de la reparación a las víctimas tiene problemas financieros ¿Cuál es su opinión?
FC:- Hay que cumplirles a las víctimas. Ese es el objetivo esencial del proceso de paz. Hacerles conejo a las víctimas no solo afecta la legitimidad moral del proceso de paz, sino sería abrir las puertas a nuevos conflictos. Ese es otro desafío ético en nuestro futuro inmediato que compromete a este y a los próximos gobiernos de Colombia.
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