Tanto las mujeres como los niños y jóvenes, víctimas de desplazamiento forzado, no han corrido con la misma suerte de la población masculina para reclamar y acceder a sus tierras.
Así lo dio a conocer la trabajadora social, docente e investigadora de la Universidad Nacional (UN), Sandra Zorio, quien sostuvo que este fenómeno no es reciente, pero que se ha dado a conocer hasta ahora por la expedición y aplicación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.
“Si se mira desde lo tradicional, las labores del campo están asociadas a lo masculino y esto, a su vez, a lo público. La mujer se vincula con el hogar, el cuidado de los hijos y de las huertas, un trabajo que si bien representa economía no es fácilmente cuantificable y no se reconoce”, afirmó la académica, quien además es investigadora activa de Colciencias, de acuerdo con un reporte de la Agencia de Noticias UN.
El desplazamiento forzado, de acuerdo con las cifras del Registro Único de Víctimas, es la forma de victimización con mayores índices en la población femenina. Entre 1985 y 2012, un total de 2.420.887 mujeres han sido víctimas de este tipo de acciones, seguidas por homicidio, con 12.624.
Las cifras también muestran que el desplazamiento forzado es el hecho que más ha afectado a menores de edad, con 1.357.562 víctimas entre 0 y 12 años durante el mismo periodo estudiado en las mujeres. Con adolescentes entre los 13 y los 17 años, la cifra llega a 753.143.
En estos casos, es más preocupante cuando la población infantil y joven menor de edad es huérfana, puesto que no saben si tienen o no derecho a heredar la tierra de sus padres. “Pero existen casos de jovencitos que llegan con sus papeles a reclamar. Aunque se ha avanzado en otorgarles estos derechos a ellos, falta trabajar más”, explicó Zorio.
Para la docente, el reconocimiento de niñas y niños puede llegar a ser invisible, puesto que no se toma en cuenta que ellos también han ayudado en las labores del hogar y en el trabajo de las tierras mientras cumplen con la escuela.