Los principales cuellos de botella que frenan el desarrollo rural y agropecuario colombiano fueron presentados ayer por la Misión para la Transformación del Campo Colombiano, coordinada por el Departamento Nacional de Planeación (DNP).
Reducción y envejecimiento de la población rural; baja remuneración laboral y limitadas capacidades para generar ingresos; brechas acentuadas de pobreza y bienestar entre la población urbana y rural; territorio desordenado en términos de la propiedad y el uso del suelo, son los principales problemas que afectan el desarrollo rural.
El diagnóstico de la Misión estableció también que las seis principales barreras que encuentra el sector agropecuario para impulsar su desarrollo son el bajo rendimiento de la producción agropecuaria, los altos costos de producción, la escasez de bienes y servicios para el desarrollo del sector, las limitaciones en la comercialización y el acceso a mercados, la falta de financiación agropecuaria y la alta exposición al riesgo son.
La Misión, que comenzó a trabajar durante el primer trimestre del año, tiene como objetivo estructurar el portafolio de políticas públicas para el campo colombiano, cuyos resultados deben ser la carta de navegación para el sector durante las próximas dos décadas.
“Tener claramente identificados los cuellos de botella del campo colombiano es esencial para diseñar las políticas y garantizar las inversiones que nos permitan superarlos”, aseguró Tatyana Orozco, directora del DNP.
Principales hallazgos
La población rural sigue siendo más pobre que la urbana y tiene menos acceso a los servicios del Estado, lo que repercute directamente en su calidad de vida, en las oportunidades para su desarrollo, en la movilidad social y en el manejo adecuado de los recursos naturales. Esta situación explica las enormes brechas entre el campo y la ciudad, los pobres extremos del campo son hasta 3,2 veces más pobres que los pobres extremos de las ciudades.
El campo colombiano se caracteriza por una población que se está envejeciendo y con alta dependencia económica, es decir los hogares rurales están compuestos por adultos mayores y niños. La población joven en edad de trabajar migra a las ciudades por falta de oportunidades, especialmente las mujeres. Los ingresos de los pobladores rurales son significativamente más bajos que los urbanos, y los que menos ganan son los que se dedican a las actividades agropecuarias, siendo esta actividad la que más genera empleo.
Persiste un territorio desordenado en términos de derechos de propiedad, y con un gran conflicto en el uso del suelo. Existen proporciones importantes de tierra dedicadas subutilizadas y la expansión de las áreas sembradas se está dando en zonas con otro tipo de vocación.
La principal actividad económica del campo tiene serios problemas en términos de productividad y generación de valor agregado. A pesar del repunte extraordinario del sector agropecuario en los últimos 18 meses, este sector mantiene la misma estructura productiva de los últimos 20 años, y que el crecimiento de los últimos años se explica principalmente por el comportamiento del café.
En materia de comercio exterior, este sector sigue siendo altamente dependiente del café y las oportunidades en términos de productos con mayor valor agregado o de mercado de nicho todavía no se han aprovechado. Las exportaciones crecen pero a una velocidad menor que las importaciones.
Uno de los temas que se tiene que analizar en profundidad es el de la política pública de ayuda al campo. Hasta ahora, los recursos del sector agropecuario se han direccionado principalmente a subsidios y apoyos económicos temporales y no a la gestión de bienes y servicios sectoriales requeridos para el sector agropecuario.
Otro de los cuellos de botella es la comercialización y el acceso a los mercados que se ve limitada por la falta de infraestructura, por la intermediación sin valor agregado, y por la falta de organización de los productores para acceder en mejores condiciones a los mercados.
De igual forma, los productores no tienen acceso a recursos financieros de bajo costo ni a productos crediticios que se adapten a sus necesidades.
Por último, los riesgos del sector agropecuario han estado siempre presentes y, la mayoría, se derivan de eventos imprevisibles como desastres naturales, la volatilidad de los precios internacionales, alzas en el precio de los combustibles o variaciones en el tipo de cambio.
El diagnóstico presentado hoy es el primer paso para que la Misión estructure las políticas públicas que el campo colombiano necesita para hacer realidad su transformación en los próximos años.
“Sin lugar a dudas, el resultado de este diagnóstico, nos obliga a pensar en estrategias que apunten al ordenamiento del territorio, al desarrollo rural integral que busque la igualdad de oportunidades y al aumento significativo de la competitividad de las actividades económicas rurales sobre la base de que la agricultura es la principal fuente de ingresos. Esto será posible a través de la definición de medidas específicas que logren un cambio estructural, que mejoren las condiciones de vida de la población y su territorio, logren la movilidad social y potencien el crecimiento económico sostenible”, señaló Orozco.