Empresarios y obreros a la espera del decreto que fije incremento. La remuneración básica podría subir algo más de $40 mil. Solo en cinco ocasiones en los últimos 20 años se ha logrado acuerdo en la Comisión de Concertación.
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Un rompimiento se registró entre representantes de los trabajadores antes de la última y definitiva reunión con el Gobierno y los empresarios, para fijar el aumento salarial que entrará a regir el primero de enero de 2018.
Las centrales obreras que habían unificado la semana pasada su posición en 10% de petición de incremento frente al 5,1%% que ofrecieron los trabajadores, volvieron a estar desacuerdo.
El secretario General de la Confederación General del Trabajo, CGT, Julio Roberto Gómez Esguerra, dijo que en aras de la concertación, la posición de la central obrera por él representada baja hasta 7% la pretensión que se pondrá a consideración de la mesa de negociación.
Explicó que para llegar a esta cifra se tiene el 4% de inflación para 2017, un punto de productividad y dos puntos para recuperar lo perdido por la reforma tributaria que comenzó a regir en enero pasado.
A su turno el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, Fabio Arias señaló que organización que representa se mantiene en el 9%. La CUT inicialmente había pedido un incremento del 12%.
Igual posición tuvo la Central de Trabajadores de Colombia, CTC. El presidente de la organización laboral, Miguel Morantes, sostuvo que hasta ahora se mantiene la exigencia de aumento del 9%.
Arias dijo que desde hace varios años el Gobierno expide un decreto en el que se define el aumento salarial, y siempre lo hace más cerca de la cifra propuesta por los empleadores y eso preocupa a la clase trabajadora. La economía está mal, el consumo ha vendido disminuyendo y con la restricción de los ingresos se hace más difícil que la economía crezca. El aumento debe ser generoso por el impacto de la reforma tributaria y por el pánico causado por la baja en la calificación de Standard and Poor’s”.
Dijo que el sector trabajador está preocupado por lo que calificó como “un ritual que no lleva a ninguna parte, por la voracidad empresarial y por la mezquindad cuando se habla de los salarios”.
Un camino difícil
La negociación del aumento salarial se inició el 5 de diciembre con la presentación de los datos macroeconómicos por parte del DANE, Planeación Nacional, el Ministerio de Hacienda y el Banco de la República.
En la siguiente reunión se dio a conocer la medición de la productividad laboral que fue de -0,4%. Después tanto trabajadores como empresarios presentaron sus propuestas al interior de la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales que lidera el Ministerio de Trabajo.
En esa reunión los empresarios llegaron con posiciones divididas por gremios.- Asobancaria y Acopi ofrecía el 4,5%, la SAC 4,6% y Fenalco y la ANDI 4,7%, mientras que la CUT pedía el 12% y la CGT el 10%.
Ante la imposibilidad de un acuerdo el 15 de diciembre, fecha límite para lograr la concertación, el Ministerio del Trabajo, dobló los esfuerzos y buscó a través de reuniones con las partes por separado, buscar un acercamiento entre peticiones y exigencias.
Y la semana pasada se anunció que las centrales obreras había unificado su posición, bajando hasta 9%, mientras que los gremios también presentaron una propuesta única de 5,15%.
La ministra de Trabajo, Griselda Restrepo dijo que “pese al distanciamiento de las cifras propuestas sobre salario mínimo: empresarios 5,1% y sindicatos 9%, yo sigo optimista y el Gobierno va a insistir hasta el último momento en la necesidad de concertar, hoy más que nunca Colombia necesita acuerdos en lo fundamental, y fijar una posición unificada entre trabajadores y gremios sobre este vital tema, es una forma de mandar un mensaje sobre la importancia de llegar a consensos que nos permitan trabajar juntos y sacar adelante la agenda nacional”.
La titular de la cartera laboral señaló además que “para Colombia la concertación y el diálogo social son la columna vertebral de las políticas laborales y de empleo. Nuestro país está comprometido no solo con el diálogo social sino con los derechos fundamentales en el trabajo. Disponemos de 35 espacios de diálogo tanto nacional como territorial, de entre los cuales podemos destacar la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, como máxima instancia del diálogo social, así como la comisión especial de tratamiento de conflicto ante la OIT-CETCOIT”.
Fracaso de la Comisión
El director del Centro de Estudios del Trabajo, Cedetrabajo, Mario Alejandro Valencia dijo que la Mesa de Concertación consiste en que el Gobierno se sienta en la mitad a observar cómo los gremios y las centrales sindicales debaten sobre el aumento del salario. Al final por decreto es el ministerio de Hacienda el que decide arbitrariamente cuál debe ser el aumento.
Esto debe cambiar. Tanto empresarios como trabajadores deben buscar mecanismos que permitan llegar a acuerdos sobre la evaluación de la situación estructural de la economía, de la cual el Gobierno no es convidado de piedra, sino más bien, el mayor responsable.
La crisis económica del país no es consecuencia de la naturaleza, sino de las malas decisiones. La productividad es baja porque no se crea riqueza de alto valor. El país no es competitivo y los empresarios tienen un marco institucional adverso a las potencialidades de producción. Pero algunos gremios no representan los intereses del empresariado nacional y por eso no cuestionan esta realidad.
Quienes pagan los platos rotos son los trabajadores, el eslabón más débil del círculo vicioso de estancamiento económico. La calidad del trabajo es mala y la remuneración es insuficiente para garantizar una mejor calidad de vida. Este es un factor que afecta el consumo y por ende la producción local.
Los empresarios no pueden pensar que el éxito de su negocio consiste en competir con salarios bajos. La responsabilidad no es exclusiva de ellos, pero sí deben sumarse a las exigencias de un cambio en la visión económica del país para alcanzar más elementos de competitividad y tener la oportunidad de crear más riqueza que se distribuya con equidad.
De lo contrario, cada año se repetirá el ritual de negociar cómo se reparten las migajas, dentro de la misma exigua frontera de posibilidades de producción, cuando lo que hay que lograr es ampliar esa frontera a la verdadera dotación de factores productivos, hoy desaprovechados.
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