Un carismático líder del Partido Comunista de China (PCC), Bo Xilai, que ganó fama tratando de poner de moda antiguos lemas y cánticos revolucionarios, cayó en desgracia el jueves, en una purga que revela las luchas internas del régimen a pocos meses de un traspaso de mando generacional.
Bo Xilai, de 62 años, fue destituido de sus funciones de secretario general del PCC del municipio autónomo de Chongqing (sudoeste), una megalópolis de 33 millones de habitantes, informó la agencia oficial Nueva China (Xinhua).
El anuncio se hizo al día siguiente de que el primer ministro Wen Jiabao advirtiera que el bloqueo de las reformas políticas podía desembocar en un caos similar al de la Revolución Cultural, una gigantesca purga lanzada en 1966 Mao Zedong contra sus adversarios acusados de seguir la "vía capitalista".
Las reformas políticas apuntan esencialmente a dar mayor transparencia y a instituir un Estado de derecho en este país de 1.300 millones de habitantes que, gracias a las reformas económicas lanzadas tras la muerte de Mao en 1976, se convirtió en la segunda economía mundial.
Bo Xilai, que anteriormente se había desempeñado como ministro de Comercio, era considerado hasta hace poco como un firme candidato para ingresar este año en el Comité Permanente del Buró Político del PCC, epicentro del poder.
Según analistas, Bo se malquistó con el ala liberal del PCC por haber lanzado una campaña contra la corrupción de gran envergadura y con fuerte carga ideológica.
Se convirtió en gran impulsor de una moda "retro-revolucionaria", que incluyó el envío de funcionarios públicos a trabajar al campo (como en épocas de Mao), la imposición de cánticos revolucionarios en las empresas estatales y la difusión de programas televisivos patrióticos.
Pero el golpe que comprometería su carrera vino del escándalo provocado en febrero cuando su ex jefe de policía Wang Lijun, reputado por sus métodos rotundos en la operación "Manos limpias", pasó varias horas en el consulado de Estados Unidos en la ciudad, presuntamente para pedir asilo.
El incidente nunca fue aclarado públicamente y Wang se haya oficialmente desde entonces bajo investigación judicial.
Para los analistas, Bo ya era blanco desde hacía tiempo de los numerosos enemigos que se había granjeado a lo largo de su carrera.
"Molestó a mucha gente poderosa con su campaña anticorrupción y a los liberales con sus canciones revolucionarias", comentó un diplomático occidental.