¿Despotismo partidista o libertad? | El Nuevo Siglo
Jueves, 10 de Enero de 2013

*La metamorfosis de Chávez

*El binomio revolucionario

 

El  dilema que se presenta en Venezuela por  cuenta de la insólita situación que desencadena desde el punto de vista legal la postración del comandante Hugo Chávez, en La Habana; sin que nadie pueda establecer a ciencia cierta el estado de sus facultades, la verdadera situación clínica, ni siquiera si está con vida o lo mantienen artificialmente en estado de coma,  plantea un viejo dilema de las sociedades: el predominio del despotismo partidista o el ejercicio pleno de la libertad democrática, tal como se la concibe en Occidente. Chávez, tras fracasar el intento golpista, se da a conocer por la televisión al proclamar que se entregaba y dejaba abierta la posibilidad de acciones futuras que no tuvo tiempo de explicar, las que probablemente no tenía en mente cuales podrían ser. En esos momentos él no era el jefe del pronunciamiento castrense contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, ni había conseguido los objetivos militares en Caracas, pero su aparición ante las cámaras le permitió ponerse en contacto de inmediato con el gran público. En ese instante, unos tres minutos, se produjo el fenómeno de su rara capacidad de comunicarse con las multitudes, que después explotaría con suma habilidad. Luego vino la amnistía con el objetivo de desvanecer la imagen de víctima que desde la cárcel conmovía a un sector de la población, que liberó a un formidable agitador de masas. Hasta entonces la población no conocía el pensamiento político de Chávez, ni siquiera sus colegas de la misma fuerza, esa situación le permitió manejar un lenguaje, inicialmente, entre cuartelero y popular, muy afirmativo y diametralmente distinto al de los políticos de los partidos tradicionales, incluso de la izquierda venezolana. Lo que resultaba claro era la decisión inquebrantable del jefe populista de derrotar a los grandes partidos políticos, alcanzar el poder y combatir la corrupción. En mente tenía una gran obsesión: el petróleo lo puede todo. Y tal como le habían enseñado en los cuarteles, se dedicó a repasar los textos bolivarianos para acomodarlos a su amaño a la situación venezolana. En el inconsciente colectivo encontró gran aceptación su invocación al Libertador, lo mismo que Fidel Castro había ensayado en Cuba al evocar en ocasiones solemnes el legado intelectual libertario de José Martí, incluso al llegar de la Sierra Maestra y dejar ver en el bolsillo de su camisa un rosario, para tranquilizar a los desconfiados burgueses. Y en la visita que hizo Chávez a Cuba se produjo un cortocircuito positivo entre el viejo comandante revolucionario y el joven exmilitar y recién estrenado populista venezolano. Como por arte de magia, bastaron unas palmadas en la espalda de Fidel, para que Chávez sufriera la metamorfosis en La Habana y pasara  a populista revolucionario. ¿Qué tenían en común estas dos personalidades? Ambos sentían el pathos por el poder y estaban dispuestos a sacrificarlo todo para conseguir sus fines. La magia entre los dos aumentó en cuanto Fidel, al entonces provinciano populista, le acrecentó el ego mostrándole un panorama internacional en el cual podría destacarse y alcanzar figuración mundial, como hasta el momento la había tenido el propio Fidel y el Che Guevara. A partir de ese momento Fidel será el mentor de Chávez y éste, lo compensará con creces al salvar de la agonía por asfixia a Cuba, con su chequera y el permanente legado petrolero. Y la cosa funciona, los amigos de Fidel Castro en distintas regiones del mundo saludan a Chávez, como un gran revolucionario. Los dos gobiernan países que tienen un trasfondo psicológico militarista. Y el mismo comandante venezolano principia a verse como tal. Castro y Chávez manejan un discurso antiimperialista contra los Estados Unidos, que les gana las simpatías de la población de varias regiones del globo hostiles a la gran potencia. Y el proyecto del Che y de Castro de incendiar Hispanoamérica con la revolución, defenestrado por la captura del Che y su asesinato en Bolivia, sigue con Chávez, de manera pacífica, mediante el socialismo del siglo XXI. Tanto Fidel Castro como Hugo Chávez entraron a gobernar dos naciones prósperas, con los mejores ingresos y posibilidades de desarrollo, el uno tenía el azúcar y el turismo, el otro el petróleo; ambos resolvieron armase hasta los dientes al costo que fuese, golpearon la producción y las dos naciones con el socialismo enfrentan una desesperada situación económica. Ambos hicieron del manejo del poder un ejercicio autoritario, apoyado en exclusiva por las bayonetas en el caso del castrismo; mediante el voto popular en el sistema populista chavista. En los dos casos la Constitución es simplemente un papel, que puede ser modificado al capricho del gobernante o mediante los poderes habilitantes en Venezuela, los derechos subjetivos de los individuos han sido postergados por la voluntad revolucionaria. Lo que determina que por ausencia del comandante Chávez, el dilema sea: despotismo partidista o libertad democrática.